Sí, ya es hora de que pongamos de moda el esfuerzo, pero el esfuerzo inteligente… Es decir, el que consiste en aprender a disfrutar de lo que tenemos que hacer sí o sí, algo tan simple y tan complicado al mismo tiempo. He querido acabar 2017 promoviendo en las redes sociales el esfuerzo con una campaña que cierra cada tuit con un #pongamosdemodaelesfuerzo. Durante semanas he recurrido a frases preciosas de grandes autores y personajes de la historia y, para mi sorpresa, se han unido un buen número de personas también convencidas de la importancia de poner de moda el esfuerzo. ¡¡¡Aquí va mi agradecimiento infinito a todas ellas!!!
Pregunta clave, ¿cómo hacemos para disfrutar o al menos llevar bien eso de hacer lo que hay que hacer? La respuesta tiene que ver con la libertad; con saber elegir: hacer lo que me he propuesto, más allá de que en ese momento nos apetezca o no. De hecho, las palabras esfuerzo y apetecer no hacen buena pareja. Combinan de forma ideal cuando coincide un esfuerzo que apetece, pero son un problema cuando están en oposición, y este es justo el esfuerzo que nos toca educar.
En este baile no pueden faltar ni la motivación ni la fuerza de voluntad. Al hablar de motivación me refiero a la intrínseca, a la interior, a la que no depende ni de la zanahoria ni del palo. El psicólogo de la Universidad de Toronto Michael Inzlicht ha demostrado que, sea cual sea el dominio de nuestro comportamiento, los mecanismos de nuestra fuerza de voluntad mejoran considerablemente cuando nuestra motivación es autónoma o independiente, en lugar de estar presionados o controlados externamente. Así la clave es convertir a la motivación en nuestra gran aliada.
Con una buena motivación lo tendremos mucho más fácil si queremos hacer uso de nuestro esfuerzo y de nuestra fuerza de voluntad. El problema es que hoy día estas palabras junto con disciplina o sacrificio están infravaloradas e incluso penalizadas en la actual cultura de la inmediatez. De ahí mi interés por poner de moda el esfuerzo. Y el esfuerzo es hijo de la fuerza de voluntad, así que si quieres conocer a su madre, aquí compartía algunas reflexiones para entrenar la voluntad.
No dar el valor que tiene la fuerza de voluntad tiene consecuencias y graves, ya que para el cerebro la fuerza de voluntad opera como un músculo: se fortalece con la práctica, se fatiga con el uso excesivo o se atrofia con la falta de este. Podemos decir que la fuerza de voluntad necesita comer y dormir. Goleman la definió como “la capacidad para diferir o aplazar las gratificaciones de manera racional y consistente”, y la incluyó como uno de los rasgos básicos de lo que todos conocemos hoy como inteligencia emocional.
Como bien sabemos, la ciencia y la historia han demostrado que quienes se han dedicado a cultivar su fuerza de voluntad, han invertido en su educación y en su felicidad. Apóyate en ella para alimentar el esfuerzo que te ayudará a llevar adelante tus sueños, propósitos, obligaciones… y anima a los que te rodean a que lo hagan también. ¿Me ayudas a poner de moda el esfuerzo? #pongamosdemodaelesfuerzo