En este post continuación del titulado: “Negocio ¿La negación del ocio?”, me propongo fomentar el cambio de tendencia. Pero antes es necesario entender por qué es tan importante el descanso y el ocio para ser más productivos. Veamos algunos datos interesantes.
La mayor parte de los trabajadores del conocimiento permanecen estáticos bastantes horas. Esto implica menor liberación de dopamina y hay menos conectividad en la corteza prefrontal, que es donde están las funciones ejecutivas, fundamentales en este tipo de trabajo y en cualquier proceso de aprendizaje. Además, bajan los niveles de oxigenación del cerebro y desciende la concentración.
En los últimos cinco años se están produciendo numerosas investigaciones que relacionan la actividad física con cambios en distintas áreas del cerebro. Algunos estudios muestran alteraciones en el hipocampo (encargado de la memoria y procesos emocionales) y otros en la corteza prefontral (incidiendo en la función ejecutiva), mientras que investigaciones realizadas en laboratorio indican que el ejercicio físico aeróbico mejora la BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), la proteína encargada del crecimiento de nuevas neuronas y de la producción de sinapsis entre ellas, habiendo sido reconocida su importancia, especialmente en la memoria a largo plazo. Desde este punto de vista, disponer de tiempo para el ocio y para practicar deporte debería ser obligatorio.
Y si hablamos de creatividad, podemos afirmar que es un estado mental que requiere una inducción. No podemos forzarla, ni acceder a ella inmediatamente ni de forma directa. Y no hay nada más contraproducente para la creatividad que ocupar todo nuestro tiempo con trabajo y actividad. Estudios recientes revelan que para dar rienda suelta a la creatividad es imprescindible aburrirse un poco.
Ocio, la clave del talento
Hay muchas evidencias que nos permiten afirmar que una de las vías más rápidas para alcanzar y desarrollar todo nuestro potencial es el ocio. La neurociencia apuesta por el valor de la ociosidad. El neurocientífico y profesor de la Universidad de Nueva York Andrew Smart plantea que no hacer nada, literalmente, conduce a un mejor funcionamiento cerebral: “El cerebro posee una red llamada red neuronal por defecto (RND) que se vuelve muy activa cuando estamos ociosos y que permite acceder al inconsciente, a la creatividad y a las emociones. Cuando estamos terriblemente ocupados todo el tiempo, la actividad en la RND se suprime y muchos estudios muestran ahora que esto puede tener consecuencias negativas para la salud a largo plazo”.
Según las evidencias, algunas acciones hacia las que deberíamos acercarnos en el mundo de las organizaciones podrían ser:
- Trabajar menos tiempo y con más concentración, en combinación con espacios de ocio y descansos.
- Incorporar descansos activos programados en las organizaciones.
- Incluir en las políticas de conciliación laboral, el fomento de los hobbies de los empleados y la flexibilidad laboral para tener tiempo para el ocio.
- Establecer espacios protegidos del móvil, donde no estará permitido su uso, con inhibidores de frecuencia.
La exigencia de la productividad no solo pone en riesgo nuestro potencial y nuestra capacidad creativa, sino que además, cuando los profesionales no tienen tiempo para su ocio, la empresa paga un alto precio.
“El ocio ayuda a restaurar la percepción de que las actividades que realizamos son valiosas o útiles”. Andreas Elpidorou, profesor de Filosofía en la Universidad de Louisville
Este texto es parte de la información que preparé para este reportaje en Expansión de Montse Mateos:
¿Por qué debe dedicar menos tiempo al trabajo y más a usted?
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