¿Eres de esas personas que envidian a sus amigos que hacen deporte? A partir de ahora, tendrás un nuevo motivo para imitarles además de mejorar tu salud y tener un cuerpo más esbelto, y es que el ejercicio físico también alimenta tu cerebro y te ayuda a retrasar los síntomas del envejecimiento.
Una vida activa y con movimiento no solo es necesaria para mantener una buena salud física, sino que ayuda significativamente a mantener en forma las funciones cognitivas. Siempre se ha pensado que la actividad física podía tener una relación positiva con las capacidades cerebrales, pero hoy, gracias a diferentes estudios, esta suposición tiene comprobación empírica: a mayor actividad aeróbica, menor degeneración neuronal.
En los últimos años se están produciendo numerosas investigaciones que relacionan la actividad física con cambios en distintas áreas del cerebro. Algunos estudios muestran alteraciones en el hipocampo (encargado de la memoria y procesos emocionales) y otros en la corteza prefontral (incidiendo en la función ejecutiva), mientras que investigaciones realizadas en laboratorio indican que el ejercicio físico aeróbico mejora la BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), la proteína encargada del crecimiento de nuevas neuronas y de la producción de sinapsis entre ellas, habiendo sido reconocida su importancia, especialmente en la memoria a largo plazo. Por otra parte, al practicar ejercicio físico se generan neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina que sabemos que benefician el estado de alerta, la atención o la motivación (Ratey y Hagerman, 2008), factores críticos en el proceso de aprendizaje.
Con estas evidencias sobre la mesa, muchos médicos afirman ya que, si tenemos que elegir el mejor entrenamiento para nuestro cerebro, la actividad más relevante es el ejercicio físico. ¿Por qué es así? Cuando estamos sentados o tumbados, nuestro cuerpo envía al cerebro señales regulares que le indican la posición que cada miembro ocupa en el espacio. Si nos ponemos de pie y comenzamos a andar, esas señales eléctricas se envían de una forma más frecuente (la rodilla se flexiona, se estira, se recoge, etc.). El movimiento rápido hace que la señal eléctrica no pueda disiparse entre cada señal. Esta actividad desarrolla el cerebro y favorece la liberación de las neurotrofinas que como hemos visto antes (BNDF), son como el maná para las neuronas. Las fortalecen, las nutren y mejoran su habilidad para aprender. En presencia de ellas nacen nuevas neuronas y rebrotan las más antiguas, desarrollándose y formando mejores conexiones.
Así que ya sabes, la mejor manera de fortalecer y desarrollar el cerebro es a través del movimiento de nuestro cuerpo. ¿Me ayudas a poner de moda el movimiento?