Hoy es el día internacional del libro y los derechos de autor, por eso, quiero rendir un homenaje muy especial al libro en formato físico o papel… sin desviarme del tema del que estamos hablando este mes: el sueño.
¿Qué tiene que ver un libro con el sueño? En seguida saldrás de dudas. Resulta que leer un libro justo antes de dormir, nos provoca la necesidad de dormir. Vaya, que leer nos da sueño, o mejor dicho que después de leer, hay que dormir lo leído.
Es el truco que yo utilizo cuando me cuesta conciliar el sueño, y no falla. A los 10 minutos de haber empezado a leer, ya estoy bostezando y mis párpados comienzan a caer.
¿Cómo es posible?
Resulta que cuando nos relacionamos con nueva información, nuestra mente se distrae, deja de lado todas las preocupaciones del día y de alguna manera se relaja. Se ha demostrado que leer una media hora justo antes de dormir, reduce nuestros niveles de estrés.
Por otra parte, el hecho de introducir cierta cantidad de información en nuestro cerebro, hace que necesitemos procesarla, que iniciemos ese proceso de aprendizaje… Esto sucede porque el hipocampo codifica la nueva información en el momento (podríamos decir que se ocupa del aprendizaje rápido), pero para consolidar realmente ese conocimiento (encontrar conexiones con otras ideas, comprender partes complejas, memorizar…) necesita interactuar con el neocortex y esto lo hacemos especialmente bien cuando dormimos. Así que ¡voilà! Tu cerebro va a buscar dormir para optimizar ese aprendizaje.
Condiciones para que el truco funcione:
- Que el libro no sea una novela que te enganche en su historia, comiences a fantasear y la curiosidad te espabile.
- Que la temática del libro tenga que ver con algo que para ti implique un aprendizaje de algo nuevo, un esfuerzo.
- Que sea en formato físico, ¡nada de pantallas! Ya sabemos por un post anterior en instagram (reels) que la luz azul de las pantallas, engaña a nuestro cerebro como si fuera de día. Que si lees en la cama sea mejor incorporado (sentado). Leer tumbado, no es nada saludable para nuestro nervio óptico ni para nuestro cuello.
Además de hacerlo por la noche, puedes probarlo también después de comer, para ayudarte a entrar en modo siesta.
¿Has probado este truco? ¿Te funciona? ¡Te leo en comentarios!
