Falta un día para entregar ese importante proyecto y en vez de terminarlo estás jugando al buscaminas, leyendo el Facebook o mirando hoteles por Internet para tu próximo viaje de fin de semana. ¿Estás haciendo el vago? No, en realidad estás procastinando, algo que muchos hacemos y que no tiene por qué ser siempre negativo, sino que forma parte de un proceso natural de nuestro cerebro, como veremos a continuación.
¿En qué consiste exactamente? Procrastinar es retrasar una tarea importante mientras dedicas tu tiempo a hacer otras cosas que no tienen la misma relevancia. Por tanto, procrastinar no es lo mismo que vaguear u holgazanear, ya que implica que estamos haciendo algo. No es que te tumbes y descanses, o que te duermas, sino que te estás entreteniendo con otra cosa que no es lo que tendrías que estar haciendo.
La razón por la que procrastinamos, como casi todo, está en nuestra cabeza. Siempre nos imaginamos que la realidad es peor de lo que es, por lo que pensamos que la tarea que tenemos por delante nos va a costar mucho esfuerzo. Por ejemplo, si tienes que hacer una gestión en tráfico, te imaginas que tienes que ir hasta allí, que tendrás que esperar colas, que igual tienes que pedir cita… Piensas que te espera una tarea que te llevará mucho tiempo, que será tediosa, y eso hace que se encienda el piloto de la procrastinación, con lo que encontrarás cualquier cosa que hacer menos esa.
Los motivos por los que actuamos así también tienen que ver con la tecnología y con la multitarea en la que hoy vivimos inmersos. No olvidemos que es un fenómeno que se produce sobre todo en los países desarrollados, en los que más tecnologías existen y más estrés se genera. Procrastinamos cuando aparece el estrés, por eso a nuestros abuelos no les ocurría, ya que se limitaban a hacer lo que tenían que hacer cuando lo tenían que hacer (aunque también es verdad que hay quien trabaja mejor con cierto nivel de presión).
Claves para pasar de la procrastinación al pleno rendimiento
En realidad, procrastinar puede ser parte del proceso del cerebro para alcanzar el pleno rendimiento. Cuando estamos ante una tarea difícil, que nos exige darlo todo y ser creativos, la frecuencia eléctrica de nuestro cerebro es la de las ondas gamma, que está por encima de los 42 Mhz, pero no es posible llegar a ese estado de forma automática. Antes es necesario pasar por otra frecuencia un poco más baja, la de las ondas alfa, que aparece cuando estamos tranquilos y relajados, pero no dormidos, sino haciendo algo intrascendente. Si a veces te cuesta ponerte a hacer lo que te has propuesto, sigue estas claves:
- Pierde el tiempo a tus anchas sin juzgarte. Ese tiempo de adaptación es necesario y lo más inteligente que podemos hacer es calcularlo previamente y reservarlo para perderlo a nuestras anchas, de forma que podamos aprovechar mejor el resto. Se trata de destinar un espacio para perder el tiempo sin juzgarnos por ello, disfrutando incluso del momento. Muchas veces basta con empezar para que el cerebro haga clic y se ponga en marcha.
- Haz tareas automáticas. Hay muchas actividades que nos pueden servir para que el cerebro entre en esa fase de ondas alfa. Sobre todo son tareas automáticas, que no nos hagan pensar porque las hemos hecho muchas veces, y que impliquen además cierto movimiento, sobre todo de las manos. Ordenar la mesa, navegar por Internet, hacer la compra online, poner la lavadora… También el ejercicio físico puede ayudarnos a alcanzar ese estado. Hacer deporte, pasear o correr implican ese movimiento automático que relaja nuestro cerebro.
- Fragmenta las tareas pendientes. Otra forma de enfrentarse a la procrastinación es fragmentar las tareas pendientes. Para ello te puede ayudar una de mis técnicas preferidas, la de “solo unos minutos”. Si sabes que una tarea te va a costar, divídela en tareas más pequeñas y piensa que solo les vas a dedicar cinco minutos. Así te resultará más fácil ponerte a ello y lo más probable es que una vez que empieces avanzarás mucho más de lo que te habías planteado.
- Establece plazos. Ponerte plazos es otra técnica que funciona bien contra la procrastinación, pero tienen que ser plazos cortos, ya que si son muy largos podemos pensar que la tarea nos va a costar mucho trabajo, lo cual sería contraproducente.
Aplazar constantemente lo que hay que hacer o dejarse llevar por la procrastinación de forma sistemática es sin duda un hábito negativo, que roba mucha energía, pero si eres capaz de identificar por qué lo haces y sabes aprovechar su efecto para preparar tu cerebro para rendir a tope, verás que no es un enemigo tan difícil de vencer. ¡Empieza cuanto antes!