Diciembre es sinónimo de Navidad y también de los primeros exámenes del año. Aprobar el primer trimestre es la garantía de culminar el curso sin demasiados sobresaltos y seguramente con éxito. Por eso es un buen momento para repasar las claves para entrenar el cerebro y lograr lo que todo estudiante busca: aprobar.
El cerebro es el único órgano que no se desgasta, así que, ¿por qué no entrenarlo cada día? Si enseñamos a los niños desde pequeños a entrenarlo, el fracaso escolar se reduce y muchos otros problemas relacionados con la atención, la motivación o incluso las relaciones sociales. ¿Cómo hacerlo? Vamos a verlo.
Mantener la atención, la clave del aprendizaje
Tener éxito en los exámenes tiene que ver con una buena planificación del tiempo de estudio, con entrenar la memoria y encontrar el disfrute. Pero para cumplir esas condiciones antes hay que contar con un cerebro preparado para facilitarlas.
Las claves del aprendizaje tienen que ver con mantener el foco de forma sostenida y memorizar después. Sin embargo, la capacidad de atención es limitada y va decreciendo. Por eso estudiar por pequeños bloques de tiempo y después tomarse un respiro resulta muy efectivo, aunque lo difícil a veces es tener la fuerza de voluntad para sentarse a estudiar en vez de hacer otras cosas más divertidas. La razón tiene que ver con que al cerebro le interesa lo que cambia. Así, moverse, leer en voz alta o hacer juegos que impliquen emociones serán buenas estrategias para mantener la atención, si bien a veces no son sencillas si se trata de niños que preparan los exámenes solos o si la materia no les resulta atractiva.
También dejar un rato para jugar es recomendable en época de exámenes: el cerebro necesita entrar en ondas gamma para poder relacionar conceptos, integrar y ponerse creativo y solo podemos acceder a este tipo de ondas si previamente hemos activado otras, las ondas alfa, que tienen que ver con estados de relajación y tranquilidad. Si tenemos en cuenta esta necesidad, y perdemos un poquito el tiempo, por ejemplo jugando, después lo ganaremos a la hora de estudiar.
Alimentación, sueño y deporte: dale a tu cerebro la energía que necesita
Sin embargo, el éxito en los exámenes se puede empezar a entrenar antes de llegar a la mesa de estudio. Primero, con un sueño de calidad. Mientras dormimos el cerebro se limpia. Por lo tanto, dormir es fundamental para tener un buen rendimiento escolar y ya no digamos en pruebas de evaluación. Además, durante el sueño aprendemos, pues todo lo que hemos incorporado en el día se organiza y coloca en nuestra memoria. Dormir un mínimo de seis horas la noche anterior es muy importante para hacerlo bien en un examen.
La alimentación también tiene un papel fundamental en el estudio. Pensar con claridad, memorizar, recordar o conectar ideas no son tareas sencillas para nuestro cerebro, que requiere consumir muchísima energía para realizarlas. Si de vez en cuando sientes la necesidad compulsiva de comer algo dulce, es que tu cerebro necesita glucosa para poder funcionar correctamente, así que encontrar fuentes que nos endulcen y que sean saludables es vital: por ejemplo, la fructosa, el azúcar moreno, frutos secos, cereales. Además, hay vitaminas y minerales que intervienen directamente en la concentración, la memoria, el rendimiento intelectual y el estado de ánimo. Si carecemos de ellas, nos lo estamos poniendo más difícil de cara a la preparación de los exámenes.
Pero nuestro cerebro también se alimenta de oxígeno, y la mejor manera de obtenerlo es a través del deporte. Numerosas investigaciones muestran que las personas que realizan ejercicio aprenden más rápido, recuerdan mejor, piensan de forma más clara, se recuperan antes de un accidente cerebral y tienen menos probabilidades de padecer depresión y otras disfunciones cognitivas relacionadas con la edad. Así que al menos media horita de movimiento al día sentará fenomenal a nuestro cerebro.
Trabajar la voluntad desde niños
Todo esto, por supuesto, se consigue mejor si tenemos en forma nuestro músculo de la voluntad, porque también se entrena, y la mejor manera de tener una voluntad fuerte es empezar desde pequeñitos con la educación. Es un regalo para los futuros adultos, pues entrenar en voluntad estimula también la capacidad de encontrar estrategias para conseguir lo que realmente queremos y tener una mejor gestión de la frustración.
Otras recomendaciones tienen que ver con los tiempos de trabajo: limitarlos por bloques (en función de la edad se pueden ampliar pero nunca más de 90 minutos) y hacer descansos programados. Enseñar técnicas de relajación a nuestros niños y adolescentes. A través de la respiración pueden llevar más oxígeno a su cerebro y pensar con más claridad. Y también es fundamental enseñarles a desidentificarse con la tarea: Yo no soy solo lo que hago, ¡nunca lo olvidemos! ¡Y muy buena suerte!