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¿Por qué caemos en nuestras propias trampas mentales?

¿Alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, terminamos tomando decisiones que parecen traicionarnos? La respuesta está en nuestro cerebro, diseñado primordialmente para la supervivencia y no para la felicidad. Este órgano extraordinario, incluso en reposo, gestiona nuestras funciones vitales y busca constantemente conservar energía para situaciones de amenaza, poniendo muchas de nuestras operaciones diarias en “piloto automático”. Este estado nos lleva a utilizar atajos mentales conocidos como sesgos cognitivos, que, aunque nos ayudan a ahorrar energía y tomar decisiones rápidas, también pueden distorsionar nuestra percepción de la realidad.

Muchos de estos sesgos se manifiestan en formas sutiles, pero profundamente arraigadas, como los sesgos de género, que históricamente han influido en las dinámicas de poder y oportunidad en la sociedad. Otros, como el sesgo de exclusión, nos empujan a conformarnos con la mayoría para evitar ser marginados. Estos prejuicios no solo se reflejan a nivel individual, sino que se perpetúan colectivamente, dificultando su identificación y manejo.

Sin embargo, no todo sobre los sesgos es negativo. Nos permiten procesar información rápidamente, facilitan nuestras interacciones diarias y nos protegen de peligros potenciales. Son también esenciales para construir y mantener la cohesión grupal. Pero ¿cómo podemos gestionar mejor estos impulsos automáticos para tomar decisiones más justas y objetivas?

Atención y tiempo

Para combatir eficazmente nuestros propios sesgos, necesitamos dos herramientas clave: la atención y el tiempo. La atención nos ayuda a identificar a qué elementos estamos prestando más atención en nuestras interacciones y reflexiones, mientras que el tiempo nos permite procesar esa información conscientemente. Se requieren al menos seis segundos para que la información procesada por nuestros sentidos llegue al neocórtex, la parte consciente del cerebro, lo cual es crucial antes de tomar decisiones importantes.

Así que la próxima vez que estés a punto de enviar un correo impulsivo, tomar una decisión apresurada o emitir un juicio, tómate esos seis segundos cruciales para procesar la información. Desacelera, escucha atentamente y permite que esos momentos de silencio te guíen hacia decisiones más objetivas y libres de prejuicios. Liderar nuestros pensamientos mediante el control consciente del tiempo y la atención es fundamental para evitar caer en las trampas que nuestros propios sesgos tienden.

Por lo tanto, mientras navegamos por la complejidad de nuestras vidas cotidianas, es esencial desacelerar y cultivar un espacio mental más tranquilo. Esto no solo nos ayudará a liderar nuestros pensamientos con mayor precisión sino también a vivir de manera más intencional y justa. Así que la próxima vez que enfrentes una decisión importante, recuerda: cuenta hasta seis. Tu cerebro y tus valores te lo agradecerán.

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