Las últimas investigaciones en neurociencia aplicada al aprendizaje, confirman lo que ya sospechábamos, el aprendizaje ocurre lo quieras o no, aprendemos a lo largo de toda la vida y al aprender el cerebro se transforma. Podríamos llegar a decir que aprender es un instinto, es algo natural en nosotros y por tanto no podemos dejar de hacerlo nunca.
El problema está en que no somos conscientes del potencial de aprendizaje que tenemos y nos autolimitamos. La famosa neurotontería de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro –que por cierto, es un neuromito porque si fuera así estaríamos muertos– se refiere en realidad a que no aprendemos todo lo que podríamos porque el cerebro sigue transformándose y el potencial que tenemos es infinito. Como decía Gandhi:
“Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre”.
Por eso, no tiene mucho sentido pensar que de mayores ya no podemos aprender cosas nuevas o desafiantes para nosotros, como por ejemplo un nuevo idioma, tocar un instrumento musical, una nueva profesión… De hecho, cada vez más son las personas que se reinventan y cambian de profesión a una edad adulta, después de años e incluso décadas haciendo lo mismo. Este fenómeno, confirma que podemos aprender a lo largo de toda la vida, aunque no lo creamos.
Existe la creencia errónea de que según vamos creciendo, nuestro cerebro no es capaz o no es lo suficientemente plástico para incorporar determinados aprendizajes. Sin embargo no se trata de la plasticidad del cerebro, sino de la disponibilidad de tiempo, las ganas o motivación y sobre todo, la necesidad que uno tiene de ese aprendizaje (cuanto más vinculada con la supervivencia, mejor).
Esto quiere decir que si le dedicamos el tiempo necesario, tenemos la motivación y existe una necesidad real, podemos comernos el mundo. Pero existe otro detalle que marca la diferencia y es que los adultos y los niños aprendemos de una manera bien distinta.
Si utilizamos el ejemplo de los idiomas, los niños respetan su manera natural de aprender y comienzan escuchando. Al principio incluso sin entender nada, empiezan escuchando sonidos y melodías, y los adultos nos centramos en aprender las palabras, estudiamos… Los adultos nos ponemos a ello, nos esforzamos por ello y los niños lo incorporan en su vida, no se ponen a ello. Es como si nosotros diéramos a un botoncito para encender nuestro aprendizaje, como si dijéramos “venga me voy a poner a aprender” y este gesto, ya nos condiciona. ¿Por qué?
- Porque no existe un modo “on” en el aprendizaje, este ocurre siempre. De hecho ocurre incluso cuando dormimos. Nuestro cerebro no cierra por vacaciones, sino que procesa, organiza y memoriza lo que has aprendido durante el día.
- Nuestra memoria emocional vincula el “modo aprendizaje” con nuestras experiencias tempranas en la escuela, donde el aprendizaje estaba condicionado por una metodología concreta y no podíamos aprender a nuestra manera ni de manera natural.
- Nos evaluamos y se activa nuestro circuito de amenaza. Estando así, nuestra atención está más centrada en protegernos que en relajarnos para que nuestro cerebro pueda funcionar mejor. Y las consecuencias son desastrosas porque no nos permitimos el error, nos juzgamos y desanimamos. Y el error es clave para el aprendizaje.
Los niños no tienen estos condicionantes, no encienden el botón del aprendizaje, ni tienen experiencias de aprendizaje previas, ni temen al error. Los niños aprenden a su manera, que es la mejor manera posible. ¿Por qué no haces tú lo mismo? Ahora ya lo sabes. La ciencia ha demostrado que podemos aprender con la misma capacidad de un niño si tenemos una necesidad real, le ponemos la misma motivación, el tiempo y lo incorporamos con naturalidad en nuestro día a día. Así que no hay excusas para lanzarte a por eso que te apasiona, que te encantaría aprender.
- ¿Qué cosas te gustaría aprender como un niño?
- ¿Qué te impide hacerlo?
- ¿Cómo puedes incorporar esos aprendizajes de forma natural en tu vida?
- ¿A qué estas esperando para hacerlo?
Este mes te daré algunas claves para que identifiques tu mejor manera de aprender y que puedas aprender a tu manera, como lo hacen los niños-;)
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Artículo basado en las investigaciones de Jan Scholz del Centro de Fenogenética de Toronto, y de Miriam Klein del departamento de neurociencia motora y trastornos de movimiento, de la Escuela Universitaria de Londres, y Sandra Jurado, del Instituto de Neurociencia de Alicante CSIC-UMH.