No nos engañemos, cuando esperas un resultado diferente del que finalmente consigues, realmente es una faena… por no decir otra cosa. A día de hoy no conozco a nadie a quien que le guste equivocarse por mucho que estén de moda las grandes frases sobre lo guay que es fracasar.
Sin embargo, tener la madurez y los recursos suficientes para entender lo sucedido, sacudirte el polvo y aprender para la siguiente ocasión, hacen que esa frustración haya merecido la pena. Hay personas que ante un fracaso no remontan, o tardan mucho tiempo en hacerlo y se regocijan en su sufrimiento, y otras personas sin embargo tienen la capacidad de seguir adelante rápidamente. ¿Dónde está la diferencia? Pues en el desarrollo de las habilidades que tiene cada uno y no en el fracaso en sí mismo. Me explico: hay personas que tienen un optimismo y una autoconfianza tan desarrollados que no van a ver fracaso en ningún error que cometan. Por tanto, la interpretación que hacemos de la realidad, e incluso, como la nombremos –error, equivocación, aprendizaje, fracaso, fallo, “cagada”…– van a condicionar nuestro seguir adelante ante un tropezón.
Cuando aprendemos de nuestros errores, ganamos experiencia, realidad, humildad, aprendemos a pedir ayuda –que, por cierto, es toda una habilidad y una gran fortaleza–… En definitiva, ganamos “callo” (aquello que se forma en nosotros después de que se unan los fragmentos de una fractura o por el roce de algo). El callo es la marca o señal de las personas resilientes. Tener callo te permite enfrentarte mejor a nuevas e inesperadas situaciones… aunque los callos también hay que cuidarlos ;).
Algunas recomendaciones para cuidar esos “callos”:
– Pasa el duelo y respétate. Equivocarse duele… por ello hay que recuperarse de ese dolor y el tiempo ayuda. Habrá negación, miedo, tristeza, enfado, etc. Cada emoción cumple su función y pasar por encima de ellas no nos hará sentir mejor, todo lo contrario. Así que no sirve no sentir.
– Busca un hilo conductor. Es decir, mira la situación como una historia. Eso te permite entender mejor lo sucedido, buscarle un sentido, un inicio y un desenlace, y por tanto un cierre. Lo que Steve Jobs en su famoso discurso de Stanford llamó “conectar puntos”. Al final se trata de encontrar el sentido a lo sucedido, y este ejercicio ayuda.
– Habla de ello, hazlo público. Compártelo con otras personas que puedan vivir una situación similar para ayudarlas. Está demostrado que la mejor forma de aprender y asimilar algo es enseñándoselo a otros. En mi caso, probé la experiencia hace unos años en un TEDx Moncloa, en el que hablé sobre mis tropiezos en la vida. Fue también la primera vez que hablaba de mi vida personal en público y para mí resultó realmente enriquecedor. Después muchas personas me han escrito contándome situaciones parecidas y agradeciendo que lo compartiera con ellas.
– Entra en acción. El movimiento contribuye a sentirnos mejor siempre, ya sea haciendo deporte o dedicándote a otro tipo de cosas. Acción, acción y acción. Es la única manera de que puedas aplicar lo que has aprendido y que sucedan cosas diferentes.
¡Ah! y cuidado con cómo nombras la realidad y cómo te hablas, cuál es tu discurso interior. La palabra fracaso es muy fuerte, son palabras mayores que implican mucha emoción ante lo sucedido y así es más difícil superarlo. Yo prefiero hablar de errores, tropezones, equivocaciones, que se refieren a cosas o situaciones concretas. Y, si no prueba, cuando te dices a ti mismo: “soy un fracasado” o “he fracasado” frente a “estaba equivocado”, “me he confundido”… Sin duda es menos tremendista, más esperanzador porque da lugar a remendar o resolver el error. Por si buscas inspiración, también puedes elegir alguna de esas citas que realmente nos animan a seguir. En este enlace de lifeder tienes cien. Hablar de fracaso implica inconscientemente que todo está perdido, que no hay salida, que no hay nada que hacer… inconscientemente nos castigamos, lo que aún nos atascará aún más. Por eso siempre renuncia al autocastigo (mira lo que te dices y cómo te lo dices), y sobre todo cuídate con palabras y gestos (sé compasivo contigo mismo), porque como dijo Truman Capote, el fracaso es el condimento que da al éxito su sabor.
¡Buena suerte!
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