Este es un post extraño. El título no miente, y es que te voy a proponer que asistas a tu funeral. Raro, ¿verdad? Pero el motivo merece el reto: reflexionar y tomar conciencia sobre tu presente y, a la vez, tu legado. Hace ya casi dos años que mi hermano nos dejó; en unas semanas volveremos a celebrar su funeral y no dejo de sentirme agradecida por su vida. Fue un regalo, sin duda, y no solo para mí o para mi familia, sino también para muchas otras personas a las que “tocó” con su autenticidad, su sentido del humor, su fe, su generosidad, su humildad, sus historias… En su muerte, vimos su vida. Fue increíble la cantidad de gente que vino a despedirle y que volvió al año siguiente cuando celebramos su funeral, y que seguro vendrá este año. Un ejemplo de legado que impone, que pone los pelos de punta y que me hace meditar cada noche sobre una pregunta que mi hermano hacía cada mañana a sus hijos: “¿Cuál es la meta en esta vida?”.
¿Te atreves? Si la respuesta es un “sí”, sígueme; vamos a tu funeral…
Recrea las escenas con todos los detalles que seas capaz. Es tu funeral y es un gran funeral. Hay muchísimas personas, muchísimas flores con dedicatorias preciosas. Tu familia y amigos más íntimos están profundamente tristes pero se sienten muy muy arropados.
Comienza la ceremonia, que es como a ti te hubiera gustado. Primero habla tu amigo del alma:
– Escúchale… Escucha cada una de las palabras que desearías que dijera. Estás ahí, sintiéndolo, viéndolo y muy muy emocionado. Está hablando del hombre o la mujer que fuiste, un ser humano que ha dejado una huella en sus corazones, que les acompañará y ayudará durante toda su vida.
– Ahora es el momento de uno de tus jefes y mentores más preciado de tu vida. Te ayudó inmensamente y tú no le decepcionaste. Fue un maestro o maestra para ti, pero ahora habla del maestro que tú has sido; cuenta esas anécdotas que te hacen sonreír y humedecen tus ojos. Habla del esfuerzo, del equilibrio… habla de todo eso que en la vida profesional es importante para ti. Escucha cada una de esas palabras acompañadas de las emociones y los gestos que desearías que pronunciara el día de tu funeral.
– Ha llegado el momento de escuchar a tus hijos… Comienza el más pequeño o el mayor, o tu único hijo… y está realmente triste, le cuesta arrancar pero está dispuesto a ser el ser humano que aprendió de ti; quiere que te sientes muy orgulloso y tranquilo porque es tu hijo y las enseñanzas que ha aprendido a tu lado le servirán toda su vida, y él lo sabe, y lo cuenta con sus palabras… Y tú te sientes tan feliz de que tu pequeño o pequeña, que quizá hoy ya está en su segunda década, sepa volar sin miedo. Escúchale decir todo eso que te gustaría oír el día de tu funeral.
– Toca el momento quizá más difícil. Ahí está tu compañera, tu compañero. La pérdida es inmensa, pero le ves, la ves fuerte, con mucha paz. Cuenta cómo os conocisteis, habla de momentos difíciles y cómo los superasteis; de esos momentos especiales… se le traba la voz, hay lágrimas pero también hay serenidad y alegría por haber vivido todo lo que vivisteis juntos. ¡Cuánta emoción! No te ahorres detalles; pon en su voz todo eso que desearías que pronunciara el día de tu funeral.
Y tú estás ahí viéndolo, sintiendo y escuchando cada palabra… realmente muy emocionado y al tiempo feliz, con la certeza de que puedes decir eso de “misión cumplida”.
Ahora respira, volvemos a hoy, a este instante… Tómate unos minutos… y sincérate contigo. Si hoy murieras, ¿en tu funeral se pronunciarían esas palabras?
Con toda sinceridad, en el mío aún no… y por eso he querido escribir este post, para ver dónde estoy y cuán lejos o cerca está el horizonte de la vida que sí quiero vivir y el legado que quiero dejar. Se acercan las Navidades, fin de año… momentos en los que hacemos nuevos propósitos. Prepárate antes con una buena toma de conciencia, para poner foco en lo que de verdad importa.
Manos a la obra
Ahora llega el momento de poner manos a la obra. ¿Qué tengo que hacer para acercarme a mi ideal? ¿Qué quiero hacer en la vida? Las respuestas seguro que las sabes, pero si no fuera así, te propongo que pongas encima de la mesas tus valores en cada una de las grandes áreas de tu vida, y puntúes lo cerca o lejos que estás de vivir de acuerdo con lo que realmente te importa. Si no puedes, si no te sientes con fuerza, si todo son peros… te propongo otro ejercicio: el epitafio.
Sí, ya te avisé, este es un post raro.
Primero escribe el epitafio que hoy resumiría tu vida. ¿Diría algo así? Siempre quiso hacer grandes cosas pero los “peros, los no puedo, los miedos” le mantuvieron anclado a una vida con poco sentido y algo deprimente.
Qué mal rollo, ¿verdad? Sí, ahora toca escribir el epitafio que realmente quieres que rece en tu lápida, escribe esas palabras que resumirían la vida que sí quieres vivir.
Y ahora con la seguridad de que llegará el día de tu funeral y de mi funeral, ¿qué tal si nos atrevemos a VIVIR?
El funeral y el epitafio son ejercicios claves en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), liderada por Steven Hayes, Kirk Strosahl y Kelly Wilson, para la construcción de una vida con valor.