Existen diversas perspectivas y estilos a la hora de hacer coaching, como ocurre en todas las escuelas, pero también existe una clara diferenciación de nivel entre el coaching con enfoque conductista centrado en el diseño de un plan de acción con una supervisión, y el Coaching con “C” mayúscula que propone Robert Dilts, el que genera cambios profundos. Nos referimos al coaching que profundiza en la construcción de la realidad subjetiva, encontrando ahí los recursos creativos que facilitarán al coachee la reestructuración de nuevas creencias, contribuyendo así a una nueva actitud y definición de sí acorde con su presente y los desafíos futuros.
Existe otra clara tendencia tanto para el coaching personal como para el ejecutivo, centrada en el enfoque de desarrollo integral de la persona. En palabras de Zeus & Skiffington “el coaching es holístico, es decir, aborda todos los aspectos interrelacionales de la vida del individuo”. Este enfoque tiene en cuenta los aspectos emocionales, corporales, mentales y espirituales del coachee. Por eso, cada vez más profesionales del coaching, apuestan por descubrir e interiorizar nuevas herramientas que les nutran como personas y profesionales, para trabajar desde este enfoque integral de la persona. Ya es habitual que muchos coaches profesionales, amplíen su formación y por tanto ofrezcan nuevas herramientas y metodologías de trabajo, como PNL (Programación Neurolingüística), Inteligencia Emocional, Sistémica, Ontología, Eneagrama, etc. En este sentido, está naciendo una nueva perspectiva de trabajo, el aporte de la Gestalt al coaching, terapia humanista que desde que nació en los años 40, se ha mantenido en el mundo de la terapia y el crecimiento personal y que ahora está en auge.
El enfoque gestáltico sin duda enriquece el proceso de coaching, especialmente por la importancia de la presencia del coach, que aporta al proceso la congruencia personal basada en su propio trabajo personal. Con presencia nos referimos a “hacer menos”, a enfocar la sesión en la escucha externa e interna, sostener lo que va emergiendo, emociones, pensamientos, cuerpo, etc. transitarlo e ir integrando. A diferencia de otros enfoques, la Gestalt se centra más en los procesos que en los contenidos y en cómo los percibimos. Pone énfasis sobre lo que está sucediendo, se está pensado y sintiendo en el presente, más allá de lo que pudo haber sido, podría ser o debería estar sucediendo. De este modo, el coachee puede ir desarrollando su habilidad para aceptarse y para experimentar el “aquí y ahora” sin tanta interferencia de las respuestas fijadas del pasado.
En la Gestalt, no interesa tanto investigar el por qué de las cosas (pasado), sino el cómo (presente). En este sentido se combinan las preguntas descriptivas del tipo: ¿Cómo me siento? ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Qué estoy evitando?, con preguntas a través de las cuales, se ayuda al coachee a descubrir la función orgánica de su acción: ¿Para qué estoy haciendo esto?, ¿Para qué me interrumpo?, ¿Qué estoy evitando?. Así podemos identificar qué acciones realmente cubren una necesidad y cuáles están orientadas a cubrir una expectativa, mandato, exigencia, obligación, etc.
Por otra parte, la metodología gestáltica, aporta una serie de herramientas innovadoras en el mundo del coaching para contribuir al autoconocimiento y la responsabilidad en la acción del coachee. Podemos hablar de la importancia de la satisfacción del Ciclo de Necesidades o Ciclo de Contacto y Retirada. Basado en que cualquier sistema vivo, en este caso, la persona, se dirige siempre hacia una homeostasis. Con esta adaptación busca su equilibrio y satisface sus necesidades. Cuando el proceso de autorregulación falla, el organismo permanece en estado de desequilibrio. Es ahí cuando surgen los bloqueos, limitaciones, parálisis, dificultades y demás, debido a la interrupción del proceso natural de contacto y retirada. Así, el enfoque gestáltico, considera a la persona como una función de campo organismo / entorno y su comportamiento como un reflejo de las relaciones en ese campo, que está en cambio e interrelación continua. La gestalt proporciona un mapa para entender este ciclo y también profundiza en una serie de mecanismos de defensa que surgen de la autointerrupción del ciclo, unas veces deliberadamente y otras como respuestas repetidas y obsoletas, casi autómatas. Para entenderlo mejor, en un proceso de coaching, podemos ver cómo en la formulación de un objetivo, el coachee se autointerrumpe en su consecución a través de mecanismos de defensa como la represión, la introyección, la proyección, la retroflexión, la deflexión o la confluencia y desde ahí, trabajarlo de manera certera y eficiente.
Otra metodología clave dentro de la Gestalt, es la representación de roles, hay muchas formas de abordar el trabajo con personajes, pero sin duda la técnica de la «silla vacía», que consiste básicamente en crear mentalmente un personaje con el cual se quiere confrontar algún problema, es la herramienta básica de trabajo en esta escuela. Consiste en poner en evidencia el diálogo interno de la persona. En dicho diálogo se enfrentan, en términos de el padre de la Gestalt, Fritz Perls, el «perro de arriba» y el «perro de abajo»; conceptos que representan todo aquello por lo que nos sentimos oprimidos (perro de arriba) y el rol con el que nos hemos identificado como víctimas (perro de abajo). También cabe señalar el aporte del trabajo con las Polaridades en un proceso de coaching, en el que se busca que el coachee integre diversos aspectos, a veces antagónicos, de su personalidad o de su mundo.
Herb Stevenson desarrolla una interesante reflexión sobre el aporte del modelo gestáltico al Coaching. El potencial del Coaching, dice Stevenson, es la mirada al desarrollo de las personas y a la libertad de elegir la dirección que dan a sus vidas sin embargo puede ser incongruente el hecho de conseguir rápidamente objetivos sin que se de una verdadera integración de las partes internas que producen bloqueos. El potencial de la Gestalt es la liberación de energía o motivación que se da al desbloquear asuntos inconclusos y la sensación de estar más comprometidos en vivir aquí y ahora desde la aceptación, la libertad de la espontaneidad y la responsabilidad. Precisamente aquí radica la complementariedad y la oportuna incorporación de la Terapia Gestalt al mundo del coaching.
Joan Montero y Marta Romo