En este momento estás viendo Esencias para el ambiente

Esencias para el ambiente

En este ajetreado momento de transformación, hablando de personas y de organizaciones, no podemos olvidarnos de lo que se genera a través de la cotidianidad, lo que sucede en el día a día, el ambiente de trabajo. Pensamos que es mejor hablar de ambiente de trabajo en lugar de clima laboral, ya que, el clima, es imposible de predecir con exactitud y tampoco se puede modificar. El clima no se mide sino que se estima y no se trata de un concepto referido a una realidad física, sino a una especie de realidad virtual. Lo queramos o no, el lenguaje es importante, es fundamental. No es lo mismo hablar de un concepto que automáticamente relacionamos con la intocable meteorología que hablar de otro que podemos crear, medir, modificar, en definitiva sobre el que tenemos control, por eso, mejor nos quedamos con ambiente de trabajo.

esencias

Sin duda, hoy en día los nuevos talentos: jóvenes, mujeres y muchos hombres, tienen muy claro que, además de la conciliación, que el ambiente sea amable dentro de la empresa o el grupo en el que trabajan es determinante. ¡El ambiente de trabajo es como una corriente! Una corriente continua llena de un flujo de emociones, que va arrasando por donde pasa. El dejarse llevar, la influencia, el ir a favor o en contra de algo tan fuerte como una corriente, son cuestiones que no solemos plantearnos, simplemente suceden. Como zombis, nos encontramos de repente inmersos en el ambiente que nos rodea, no hacemos ningún análisis de las causas de que originan ese estado de ánimo colectivo. Pero, ¿tenemos alguna otra alternativa? Normalmente todos elegimos con quién estar, elegimos a nuestros amigos, a nuestra pareja y, aunque no elijamos a nuestros familiares, sí decidimos cómo queremos que sea la relación. Aún así, cuando las condiciones no son las que queremos, podemos elegir libremente cambiar de aires. Las opciones que tenemos son muy diversas, podemos jugar con nuestras relaciones, romper con ellas, podemos estar o no, cuidarlas más o menos. Pero en el mundo de la empresa y hablando de personas, de equipos de trabajo, “esto son lentejas, si quieres la tomas y si  no las dejas.”  La realidad es que te juntan con un grupo de desconocidos, cada uno de su padre y de su madre, y te dicen “ala, a trabajar” o mejor “a crear sinergia”. Además, a la mayoría de estas personas no es que no las hayas elegido tú como compañeros, si no que, posiblemente en otras circunstancias ni las tratarías, ni les dirigirías la palabra (ni ellas a ti). Uno de los grandes errores que cometen las organizaciones es considerar que basta con poner juntas a varias personas para que se conviertan en un equipo. Un auténtico equipo obtiene sinergia (un resultado superior al de cada integrante por separado). Un grupo sin más, tiene el efecto contrario, genera anti-sinergia. Las empresas con auténticos equipos obtienen más valor y un auténtico equipo requiere tiempo y esfuerzo.

Más del 85% de nuestra actividad profesional es en equipo, por ello, no se puede improvisar o utilizar sucedáneos.

Entonces parece que no hay otra elección, que te tienes que conformar con lo que hay, que eres un mero actor secundario de un guión que otros han creado para ti. Pero, ¡eres un actor!, aunque secundario, tú puedes decidir la vida interna, el tono, la emoción que otorgas a tu personaje.

Tú si puedes decidir cómo te afecta un buen o mal ambiente de trabajo, también puedes contribuir para cambiarlo.

Estamos demasiados ocupados y presionados como para parar y reconocer a nuestros compañeros, jefes o colaboradores como seres humanos. En consecuencia nuestras palabras y acciones suelen destruir más que construir.

Son las emociones, y no las ideas, las que se contagian entre los miembros de un equipo y estas son las esencias que configuran el “clima”.

Tanto las emociones que se generan entre los miembros del equipo como las emociones que se generan por el jefe, o las emociones que se generan por los mensajes corporativos. El ambiente posee un abanico emocional muy variado y por ello exige a las personas una multiplicidad de facetas vinculadas a la dimensión emocional, entre las que podemos destacar la competitividad, la intimidación, la envidia, la amistad, la solidaridad, etc. facetas que entran en juego en nuestras relaciones de trabajo, y que afectan en el desempeño de nuestro rol impactando en nuestros resultados.

El trabajo no es sólo aprender y poner en marcha unas habilidades técnicas sino que, sobre todo, se trata de gestionar adecuadamente el campo de las relaciones. La técnica se presupone, es condición de entrada, el verdadero factor determinante son las relaciones interpersonales, aquel que sepa desarrollarlas adecuadamente tendrá éxito.  

Lo que sucede es que todavía no hay una escuela en la que nos enseñen a relacionarnos adecuadamente con nosotros mismos ni con los demás… Normalmente vamos aprendiendo sobre la marcha…

Marta Romo 

Deja una respuesta