Aun cuando genéticamente somos distintos (mujeres xx, hombres xy), todos los embriones, todos los fetos son al principio femeninos ya que sus circuitos cerebrales son de tipo femenino. Es en la 8ª semana cuando los pequeños testículos del feto masculino comienzan a liberar grandes cantidades de testosterona que inundan los circuitos cerebrales y los transforman del tipo femenino al masculino.
Así que, como dice Louann Brizendine (neuropsiquiatra autora de “El cerebro femenino”), todos los científicos saben ahora que la “forma biológica por aefecto” en la naturaleza es la femenina.
Ahora, voy al grano.
Sigo defendiendo la idea de que hombres y mujeres debemos compartir y no luchar (la guerra vende mucho pero es poco rentable) y sobre todo, aprender los unos de los otros. Sigo afirmando, como dejo claro en el libro “La mujer líder” que al igual que la mujer ha incorporado muchos comportamientos masculinos, le toca al hombre aceptar lo que las mujeres podemos aportar e incorporarlo en su día a día. No hablo de los roles generales o los modelos típicos del rol masculino y del rol femenino. Hablo de una forma de ser y de estar en el mundo.
En las empresas, las mujeres hemos sido minoría, por eso hemos tendido a “imitar” los comportamientos del grupo mayoritario (hombres). Ahora ya no somos minoría. Ahora tenemos que atrevernos a ser como somos. Porque no queda otra. Porque el mundo está cambiando. Porque los valores están cambiando. Porque los hombres están cambiando. Porque las mujeres estamos cambiando.
Hemos conseguido todos nuestros derechos (en el mundo occidental) y lo hemos hecho de forma colectiva, gracias a mujeres valientes, intelectuales, trabajadoras, madres, científicas y gracias también al movimiento feminista, que pese a quien pese, ha contribuido a este logro.
¿Qué sucede?, ¿Qué nos pasa?
Que ahora estamos “solas” en esto.
Que ahora tenemos que “elegir”.
Que ahora tenemos que ser “asertivas”.
Que ahora podemos ser “visibles”.
Que ahora podemos compartir el “poder”
¿Qué necesitamos? ¿Qué podemos hacer?
Frente a la “soledad” de la mujer líder, necesitamos redes. Necesitamos apoyos de otras mujeres. Necesitamos relacionarnos. Necesitamos compartir.
Frente a la “elección” de la mujer líder, necesitamos apoyo social y maduración personal. Contar con una legislación que posibilite, que facilite las decisiones para poder equilibrar (más allá de conciliar) nuestra vida en todas sus facetas. Además necesitamos madurar nuestra vocación, ¿Qué queremos hacer realmente? Tener una visión, una misión y ser conscientes de nuestros valores. Una buena práctica es hacer un Plan Estratégico Personal. Ser conscientes y tener en mente lo que queremos. Este es un ejercicio muy poderoso (más allá de la Ley de la Atracción que acertadamente plantea el libro “El Secreto”).
Frente al reto de la “asertividad” de la mujer líder, es decir, la capacidad de decir lo que pensamos realmente sin herir a los demás, necesitamos probar. Arriesgarnos y ver que no pasa nada. Comprobar lo saludable que es decir lo que pensamos, ser coherentes. Para ser asertivas de forma consistente, necesitamos re-educar a los que nos rodean. Cambiar el sistema que teníamos montado, es difícil. Pura teoría de sistemas. Pero es posible porque los que están a nuestro alrededor, cerca de nosotros, nos quieren, por tanto entienden y aceptan nuestra necesidad de identidad.
Frente a la “visibilidad” de la mujer líder, autoconfianza. Creer es poder. Querer es poder. Ser es poder. La mujer se expone más que el hombre, es más visible y más “criticable”. Estoy hablando de imagen. Siempre se hacen comentarios sobre las mujeres, incluso las propias mujeres. La imagen es susceptible de crítica, pero la esencia no. Ser es poder. Si tenemos claro quiénes somos, seremos invencibles.
Frente al reto del “poder” de la mujer líder, valentía. Ahora ya no hablamos de compartir la colada, hablamos de compartir el poder. Hombres y mujeres. Como decía al principio, necesitamos modelos y referentes, por eso el poder es importante para lograr una igualdad real, es decir: equidad entre hombres y mujeres, entre personas. Necesitamos acostumbrarnos a ver mujeres en posiciones importantes en los periódicos, en la televisión, etc. hacer mella en el poderoso inconsciente colectivo. Cambiar las creencias.
¿Y quién es la mujer líder? Todas las mujeres somos líderes de nuestra vida, sólo tenemos que creérnoslo.
Marta Romo