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¡Por favor, vuelve a jugar!

juego legoCuando éramos niños, cualquier momento era bueno para jugar, pero según nos hacemos adultos nos olvidamos de jugar, dejándolo para momentos excepcionales. Sin embargo, los seres humanos necesitamos retos y el juego es la vía idónea para lograrlos. Seguir jugando y enseñar a nuestros hijos a jugar es vital para mantener un cerebro joven y sano a cualquier edad. Los beneficios del juego son muchos, tanto para los niños como para los adultos. Veamos algunos:

  • Favorece el desarrollo de la inteligencia, al enfrentarse a nuevos retos.
  • Ayuda a controlarlas emociones y a tolerar las frustraciones.
  • En el caso de los niños, les acerca al mundo de los adultos, ya que aprendemos imitando.
  • Permite tanto a niños como a adultos a exteriorizarmiedos, angustias y fobias.
  • Aumenta la autoestima del niño y de adultos, así como la confianza en nosotros mismos.

Pero ¿cómo seguimos jugando de adultos? Sencillo. Todo lo que sea divertido, que tenga ciertas normas, retos y riesgos es considerado para nuestro cerebro como un juego.

En el caso de los niños, hay que tener en cuenta que el juego no solo le divierte y distrae, sino que contribuye decisivamente a su aprendizaje y adaptación social. Hay que enseñar a los niños a jugar por el placer de jugar y alejarlos de jugar por el reto de ganar.

Desarrolla nuestra capacidad intelectual

El juego pone a cada uno en su sitio, en un rol. En el juego humano interviene además la función simbólica: la capacidad de utilizar y crear símbolos y signos para generar contextos, anticipar situaciones, planificar las acciones venideras o interpretar la realidad. Gracias a la capacidad de establecer reglas y jugar dentro de ellas hemos podido construir ¨juegos¨ claves como la democracia, la política, el arte, la ciencia… Crear juegos y aprender de ellos es la esencia de la evolución de la civilización.

La importancia del error

La mente no distingue entre realidad y ficción. Por eso el carácter simulativo del juego es tan potente, nos solo para el disfrute, sino que además es genial para entrenarnos en experiencias que en un futuro pueden aparecer en el mundo real. Cuando jugamos lo que estamos haciendo es un ejercicio de “como si”, un ejercicio de imaginación que consigue que pongamos al servicio del juego, nuestras mejores capacidades. 

Placer – desestresante

Cuando jugamos y nos entregamos a lo lúdico, se activa el circuito del placer de nuestro cerebro, segregamos dopamina, que nos ayuda a retener lo que aprendemos, a memorizar. Este neurotransmisor aparece cuando vivimos una sensación agradable y de disfrute. Si el juego es con movimiento también produciremos endorfinas y lograremos una importante disminución de estrés y la ansiedad.

Aburrimiento

El aburrimiento es la antesala de la creatividad. Por eso es bueno dejar que los niños se aburran, incluso los adultos. Pequeñas dosis de aburrimiento nos hacen más creativos.

Jugar como técnica

Está comprobado científicamente que jugar antes de estudiar o de realizar un trabajo que exige una concentración fuerte, nos permite rendir más, como decíamos, por la segregación de dopamina y la liberación de estrés. Después de jugar, el cerebro se “resetea” y está disponible para concentrarse mejor.

Elegir los juguetes

Por eso enseñar a nuestros hijos a jugar es vital para su sana evolución. Así, antes de comprarles juguetes, hemos de tener en cuenta estos aspectos:

  • Adecuado a la edad.El niño debe ser capaz de cumplir con el reto propuesto por el juego sin demasiado esfuerzo.
  • En función de sus gustos.
  • Seguro.Todos los juguetes que se comercializan en la Unión Europea están sometidos a unos estándares de calidad, que viene certificada por el logotipo CE. Conviene comprar en sitios acreditados y comprobar que el juguete no resulta peligroso para el niño.
  • Pedagógicamente acertado.El juguete no debe transmitir valores sexistas ni racistas ni violentos.
  • Estimulante.Los juguetes deben proponer nuevos retos al niño, nuevos aprendizajes, nuevas formas de creatividad.
  • Sin imponer el criterio adulto. 
  • No dejarse llevar por la publicidad.Es importante vigilar que el niño no tenga demasiados juguetes ni se deje llevar a la hora de elegirlos solo por la presión publicitaria. Cuando es así, paradójicamente, suele acabar aburriéndose.

Y después de leer este post, si has dejado de jugar, tengas la edad que tengas, ¡por favor, vuelve a jugar! Si necesitas acabar de convencerte, te recomiendo el capítulo “Con el cerebro sí se juega”, de mi libro “Entrena tu cerebro”.

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