Te voy a contar un secreto… por qué fracasan todas las listas de buenos propósitos que nos hacemos a principios de año o cuando nos emocionamos para crear una mejor vida. Pues por dos motivos principales:
- El hecho de hacer una lista, normalmente de un montón de cosas es un problema. Si ya nos cuesta mantenernos firmes con una sola tentación, imagínate con una lista… ¿En qué cabeza cabe que puedas perder peso, lanzar un proyecto nuevo, ponerte en forma, mejorar tu inglés y dejar esa relación tóxica a la vez? ¿Estamos locos? Menos es más. Proponte una sola cosa y recréate con ella durante el tiempo que necesites. No tengas prisa, ni seas ambicios@ en este sentido.
- El emocionarte con ello es un problema, porque te inflas rápidamente y de la misma manera te desinflas. Si no pasa por tu cognición, si no entiendes el motivo, el beneficio, si no tienes claro el cómo, no lo vas a conseguir… Y lo peor de todo, ese subidón inicial, se convierte en un bajón lleno de culpa y frustración que te debilitan para empezar a dar los pasos que quieres.
Ahora ya lo sabes, la multiplicidad y la fuerza de voluntad no son buenas compañeras. Es mucho más efectivo ir de uno en uno y convertir cada uno de esos buenos propósitos en hábitos, para que dejes de tirar de fuerza de voluntad y se conviertan en comportamientos automáticos que no requieren a penas consumo de energía… Por cierto, de esto vamos a hablar el próximo mes 😉