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La intuición como forma de inteligencia

 

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Joan Miro

Fish is Fish (Lionni, 1970) describe un pez que está vivamente interesado en aprender acerca de lo que acontece en tierra firme, pero no puede explorar la tierra porque él puede respirar solamente en el agua. Se hace amigo de un renacuajo que se transforma en una rana y que finalmente sale a tierra. Unas pocas semanas después, la rana regresa al estanque y narra lo que ha visto. La rana describe toda clase de objetos como aves, vacas y personas. El libro está ilustrado con dibujos de las representaciones que el pez se hace con cada una de estas descripciones, es muy divertido: cada uno de los objetos tiene forma como de pez que se adapta ligeramente para acomodarse a las descripciones de la rana – se imagina a las personas como peces que caminan en sus aletas posteriores; las aves son peces con alas; las vacas son peces con ubres, etc.

 

Este cuento ilustra tanto las oportunidades como los peligros inherentes al hecho de que las personas construimos conocimiento nuevo basado en nuestro saber del momento. La intuición es un tipo de inteligencia muy personal, no existen generalizaciones, los procesos y los códigos que yo utilizo no son los mismos que los que utiliza otra persona. Este cuento nos enseña también, que contra más experiencias vivamos, más amplitud de conocimiento, de percepción tendremos, como base para el desarrollo de la intuición.

La intuición proviene directamente de nosotros mismos -nadie lo puede hacer por ti- por ello, para hacerla aflorar, uno de los requisitos es estar disponibles y conectados con nosotros a nivel físico, emocional, intelectual y espiritual. Aunque siempre se ha dicho que la intuición es una cuestión emocional, no debemos olvidarnos de las otras dimensiones, de la persona en su conjunto. Siguiendo estas cuatro dimensiones de la persona, que en definitiva, son fuentes de conocimiento para la intuición, podemos decir que tiene cuatro formas de manifestarse:

  • Físicas: sensaciones en la piel, cambios de temperatura, dolores o somatizaciones, cansancio, brotes de energía, etc. Podemos intuir con el cuerpo. Cada parte del cuerpo puede enviar señales al cerebro a través de los nervios periféricos; esta información penetra en el cerebro al nivel de la médula espinal o tallo cerebral. Numerosas sustancias químicas procedentes de la actividad del cuerpo, pueden llegar al cerebro a través del torrente sanguíneo e influir sobre la operación del cerebro. Nuestro organismo nos habla, nos proporciona información sobre nosotros mismos y sobre cómo nos relacionamos con el entorno, ¿sabemos escuchar? No se trata de ser aprensivo y pensar constantemente que cada signo de malestar es una señal de que algo va mal. Nuestras conclusiones, sobre todo, hablando de intuición, deben ser más consistentes. El cuerpo no nos engaña, la mente puede jugarnos malas pasadas, porque no distingue entre realidad y ficción.
  • Emocionales: sensibilidad a la energía de otras personas, conexión con otras personas, situaciones emotivas, etc. Las emociones son valiosísimas aliadas de la razón, sobre todo en la elección y la toma de decisiones. Según las reconocidas investigaciones de Antonio Damasio (Profesor de Neurociencia, Neurología y Psicología en la Universidad de Southern de California, galardonado en 2005 con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica), recogidas en su libro “El error de Descartes”, cuando se eliminan por completo las emociones del plano del razonamiento, como ocurre en determinados estados neurológicos, la razón resulta ser todavía más imperfecta incluso, que cuando las emociones nos juegan malas pasadas en nuestras decisiones. Según sus estudios, la emoción y el sentimiento, desempeñan un papel crucial en los procesos de toma de decisiones. Cito textualmente a Damasio, “Las emociones tienen una función importante que cumplir en la intuición, ese rápido proceso cognitivo en el que llegamos a una conclusión concreta sin ser conscientes de todos los pasos lógicos. No siempre es el caso que no haya conocimiento de los pasos intermedios, sólo que las emociones proporcionan una conclusión de manera tan rápida que no es necesario que llegue a la mente mucho conocimiento.”
  • Intelectuales: saltos de creatividad, conclusiones repentinas, comprensión de cuestiones complejas, capacidad anticipación, visión de negocio, etc. Volviendo a Damasio, éste concluye también que la calidad de la intuición de cada uno, depende de lo bien que haya razonado con anterioridad, lo bien que haya clasificado los acontecimientos de su experiencia pasada en relación con las emociones que los precedieron y sucedieron, así como lo bien que haya reflexionado sobre los éxitos y fracasos de las intuiciones anteriores. “La intuición es sólo cognición rápida, con el conocimiento requerido parcialmente oculto bajo la alfombra, todo por cortesía de las emociones y de mucha práctica anterior.” Por esto, no es lo mismo intuición que instinto o impulso, estos se utilizan para la supervivencia, de hecho los utilizamos todos los animales, la intuición requiere del intelecto y es propiamente humana.
  • Espirituales: entendimiento de la misión en la vida, descubrimiento de una vocación, conexión de creencias, sublimación, etc. Conectar con los profundos valores que nos guían y dotan de significado a nuestras acciones. Los valores están en el cerebro emocional (basioganglio) por lo que tienen más que ver con lo que sentimos que con lo que pensamos realmente. Esta dimensión espiritual está menos desarrollada en occidente, por nuestra cultura, tendemos a prestarle menos atención. En oriente se potencia mucho por ejemplo a través de la meditación. Nosotros podemos desarrollar nuestra dimensión espiritual y de hecho, muchas personas con creencias lo hacen, lo que no hacemos también es obtener información o conocimiento sobre esta dimensión… no la tenemos en cuenta.

La intuición surge, al igual que la inspiración, cuando nos sentimos cómodos y en paz con nosotros mismos. En silencio, podemos escucharnos, ver en nuestro interior. El ruido que en ocasiones, vivimos dentro de nosotros, anula los procesos que facilitan la intuición. Por ruido, me quiero referir a perfeccionismo excesivo, orgullo, falsedad, depresión, egoísmo, miedo, confusión, ira, estrés, etc.

Y para terminar, haciendo una breve referencia al mundo de las organizaciones, me gustaría señalar una tarea para todos aquellos directivos que quieran favorecer no sólo la intuición en sus colaboradores, sino la inspiración y la creatividad, el generar “espacios de talento”, entornos apacibles que fomenten las emociones y las relaciones positivas. Como ha declarado Antonio Damasio en numerosas entrevistas, la reducción de las emociones puede constituir una causa enormemente importante de comportamiento irracional. ¿Será por eso que en las empresas se tomen tantas decisiones irracionales? Ahí queda eso…

Marta Romo

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