Con motivo del día internacional de la mujer trabajadora me gustaría expresar en este espacio de diálogo mi deseo de que algún día, cesemos de celebrar este día, porque no sea necesario diferenciar la situación de los hombres trabajadores con la de las mujeres trabajadoras. Una vez expresado mi deseo, también me gustaría compartir mi alegría por la época que me ha tocado vivir como mujer en la que, gracias a nuestra madres, abuelas, bisabuelas, etc. tenemos un legado, unos derechos que disfrutar. Ahora nuestro reto como mujeres es hacer uso de esos derechos y afrontar nuestras responsabilidades como personas, por lo que resulta clave implicar también a los hombres en la gestión de la diversidad. Nuestros padres, parejas, hijos, hermanos, amigos, jefes, colegas, colaboradores… Actuar localmente, dando ejemplo de equidad entre hombres y mujeres, en nuestro entorno inmediato.
Me parece interesante rescatar y recordar la historia que hay detrás de la fecha del 8 de marzo como día internacional de la mujer trabajadora. La persona que impulsó esta celebración, fue la alemana Clara Zetkin. Ella buscaba homenajear con la fecha un acontecimiento trágico que tuvo lugar en a principios del siglo XX en Nueva York. Aunque fueron muchos los acontecimientos que dieron origen a este día, la historia más impactante es la de 129 mujeres trabajadoras que murieron quemadas en la Cotton Textile Factory, una fábrica textil donde se elaboraban camisas. Las mujeres hacían huelga y protestaban por conseguir mejoras en sus condiciones laborales (reivindicaban un aumento de salario y una reducción de la jornada laboral, de 10 horas diarias en lugar de 16). Lo más fuerte de este suceso fueron las circunstancias, ya que fueron los propios dueños, quienes ante la negativa de las mujeres de abandonar el encierro, prendieron la galería y las impidieron salir. En aquella época, las mujeres ya podían trabajar e incorporarse al mercado, pero eran tratadas como ciudadanas de segunda, como ganado.
El pensar en este acontecimiento y en muchos otros testimonios desgarradores en materia de discriminación, me lleva a concluir que el gran reto no es el derecho al trabajo… Cuando la mujer siempre ha sido trabajadora! sino el derecho a trabajar dignamente. En este siglo se traduce en, igualdad en el acceso y el salario, equidad en el trato y la gestión.
El siglo pasado, ha servido de escaparate a cambios profundos y logros significativos para las mujeres, desde su función dentro de la familia, a las relaciones de pareja, el disfrute del ocio, acceso a la formación, así como la conquista de espacios en lo laboral, la ciencia, la cultura y la política.
A pesar de estos logros, todavía podemos crecer aún más en equidad. Tenemos recorrido de mejora en la generación de networking, la visibilidad pública, el acceso a puestos de responsabilidad, la negociación del salario y el equilibrio de vida personal y profesional.
Para terminar, me gustaría hacer un guiño a la alemana Clara Zetkin, con la que abría este artículo. Estoy segura que estaría orgullosa de su labor al ver que en su país, Alemania, hablamos de Canciller en femenino.
Marta Romo