Hoy en día nos encontramos con un desencuentro entre éxito y felicidad. Al hablar de éxito, siempre asumimos que es algo entendido y compartido por todos, algo universal. El éxito que entendemos actualmente, nos es impuesto, aparece y se constituye como una moda o tendencia que debemos seguir. Parece, por tanto, que el éxito está relacionado con el tener.
Podríamos hablar de que generalmente identificamos el éxito con el siguiente “pack”: “tener pareja, un hijo, una casa con jardín, coche nuevo, estar estupendamente físicamente, trabajar en una gran empresa y tener perro”. Tener, tener y tener. Como Gollum (llamado así por los ruidos asquerosos y guturales que hacía cuando intentaba hablar) en “El Señor de los anillos” con “su tessssoro”.
La contradicción es clara, al hablar de éxito y felicidad. Algo nos impulsa a buscar la felicidad en el poder, en el dinero, en los bienes materiales, incluso en los afectos… Sin embargo, las investigaciones demuestran que tiene que ver más con la solidaridad y que está relacionada con el camino del desapego, con la posibilidad del encuentro con las riquezas interiores, más que con las riquezas del mundo.
Por otra parte, al hablar de felicidad, nos referimos a que cada uno de nosotros nos sentimos felices con unas cosas determinadas, muy personales, que no son universales, que no son compartidas por otros. Así que, la felicidad es algo personal, que creamos cada uno de nosotros, a partir de nuestros gustos (motivaciones) y nuestras experiencias, por lo que está relacionado con lo que somos, con el ser.
El trabajo está ligado al éxito, por eso muchas mujeres se sienten fracasadas por renunciar a él para ser madres, aun cuando esta sea una decisión bien meditada. El desbordamiento emocional que genera el trabajo se proyecta también fuera de éste, en la vida privada. Y es que, aunque ejercemos un rol profesional, somos también ese rol. Todavía no entiendo, mejor dicho no creo, a las personas que dicen que son capaces de desconectar cien por cien del trabajo y si eso es así, de verdad, es porque su trabajo no se corresponde con su profesión. El mundo profesional y el mundo personal están mutuamente interconectados. Los efectos de un exceso de trabajo revierten negativamente en nuestra vida privada y la inestabilidad de la vida privada tiene efectos negativos sobre el rendimiento y las relaciones en nuestra profesión.
Todavía no existen investigaciones fiables que demuestren las claves de la felicidad, pero lo que sí se sabe es que esta cuestión está muy relacionada con nuestros valores y con el empleo del tiempo. Es decir, a qué dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo (normalmente a trabajar) y si esta actividad, es coherente con nuestros valores.
El psicólogo americano Martin Seligman (Universidad de Pennsilvania), padre de la psicología positiva, hace una interesante aproximación a la cuestión, en su libro “La auténtica felicidad”. Definir el concepto de felicidad es una difícil tarea, además de controvertida. Según Seligman, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día y quizá por ello, su principal característica sea, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas. En el libro, incluso se llega a sostener que la felicidad obedece a una fórmula (F= R + C + V), es decir, es igual a un rango fijo de afectividad positiva (R, que está determinado genéticamente), a las circunstancias de la vida (C) y a otros factores relacionados con el control de la voluntad (V). Esto quiere decir que solo un tercio de nuestra felicidad está determinada desde nuestro nacimiento, el resto depende de nosotros.
“Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias” John Locke
La felicidad, concepto con profundos significados, incluye alegría, pero también otras muchas emociones, algunas de las cuales no tienen por que ser necesariamente positivas. También, según demuestra Seligman, puede estar relacionada con el compromiso social, la ayuda desinteresada, la lucha o incluso el dolor.
“La vida feliz es la que está conforme con su naturaleza“, está es una de las primeras definiciones de felicidad que conocemos, elaborada por Séneca. Con esta frase, Séneca nos habla de ser, no de tener; nos habla de identidad y de libertad, de ser quien quiero ser y, de que me dejen serlo. Yo añadiría también, que se complementa con una adaptación a las circunstancias y atención a las cosas que sirven para la vida (tener) pero sin dejarse deslumbrar por ellas, sin dejar de ser libres. Nietzsche subtituló uno de sus libros con la frase “Cómo se llega a ser lo que se es.” Es cuestión de trabajar nuestra propia identidad…
Marta Romo