Los visionarios gurús Ridderstråle y Nordström lo expresan claramente en esta contundente frase: “Han pasado los días en que se suponía que el líder era una mezcla de John Wayne y Albert Einstein.” La cosa va de versatilidad y no de mando. Tampoco es una cuestión de género, como escribí en un post anterior es cuestión de decisión y de transformación personal, crear una nueva versión de uno mismo, es el liderazgo 2.0.
La mayoría de quienes se consideran líderes, profesionales con responsabilidad, necesitan transformar conscientemente su visión de lo que significa el liderazgo, ya no funciona el “porque lo digo yo”, los líderes del siglo XXI han de aprender nuevos comportamientos y mantener niveles adecuados de equilibrio interno y sintonía con quienes les rodean, por la cuenta que les trae. Hoy sabemos que un auténtico líder afecta positivamente a su equipo. Las malas noticias son que, el jefe que utilice el miedo también afecta a sus colaboradores, cambiando incluso la fisiología de estos. Cuando entras en una reunión o en una tienda, te llevas una rápida impresión de lo que está pasando en ella. Puedes sentir si hay colaboración o enfado. Es lo que los científicos llaman “bucle abierto” entre las personas, que sincroniza las emociones de unos y otros. Por lo que eso de “jefear” ya no funciona. Está claro que, en determinadas situaciones, el líder debe “mandar”, en momentos de urgencia, cuando el barco se hunde no puedes enseñar a la gente a nadar, sino que les ordenas que se pongan los chalecos salvavidas porque si no se ahogan. Pero cuando las aguas vuelven a su cauce, el líder debe utilizar todo un abanico de posibilidades para ejercer su liderazgo.
El liderazgo que consigue resultados requiere una alquimia social.
Como muestran Richard Boyatzis, Daniel Goleman y Annie McKee, al hablar del líder resonante, todo líder tiene que saber escuchar y sincronizarse con los demás, para captar las señales que contribuirán a que el equipo consiga sus objetivos. Como diría mi amigo y socio Juan Londoño, un líder 2.0 lidera el “campo” (la energía genuina que se genera entre un colectivo de personas) y es parte de él. Utilizando la terminología de Annie McKee y Richard Boyatzis, los líderes resonantes son personas que generan un ambiente de trabajo de satisfacción y rendimiento, con vocación de influir sobre los demás, de servir a sus cargos y no servirse de ellos, de aprender constantemente, de obtener resultados a través de valores compartidos, en definitiva, como decía en el post del la semana pasada, dejar un legado del que puedan sentirse orgullosos. Se trata de ejercer un tipo de liderazgo capaz de manejar el estrés, la presión y el sacrifico inherentes al propio cargo. Más allá del carisma, se requiere de líderes “resonantes”, profesionales que abran caminos a través de lo desconocido, inspirando a personas, instituciones, organizaciones y comunidades. Como humanos que son, los líderes pueden caer en lo que los autores llaman “Síndrome del Sacrificio”, quemarse hasta que generen lo contrario: emociones negativas en los demás, convirtiéndose en “jefes tóxicos.” Para evitarlo, la renovación (la liberación de energía) a través de la propia concienciación, la compasión por los demás y la esperanza.
¿Cómo identificar a un líder resonante?
• Despierto, consciente y en sintonía consigo mismo y con el mundo que le rodea.
• Empático, un líder resonante está en sintonía con los demás comprendiéndoles no desde su propio punto de vista sino desde la otra persona.
• Emocionalmente inteligente, que verdaderamente conoce y dirige sus propias emociones y las emociones de quienes le rodean.
• Que obtiene resultados. Los líderes resonantes concuerdan con los que les rodean. El resultado, equipos en sintonía, en armonía. Las emociones son contagiosas y al líder le interesa generar emociones positivas, por su impacto en el ambiente de trabajo. Así que lo genial es que además de trabajar en un entorno saludable, se consiguen resultados.
Consejos para desarrollar tu liderazgo 2.0:
• Prepárate en todos los sentidos, pero sobre todo trabaja tus cuatro inteligencias: intrapersonal (transformación personal), interpersonal (que combina la relación uno a uno y la relación con los equipos) y la de red (colaborativa).
• Descubre si verdaderamente disfrutas en una posición de liderazgo o si te gusta dinamizar equipos, puede que disfrutes más desempeñando otro rol.
• Libera tu energía para evitar el síndrome del sacrificio: trabaja con tu cuerpo y tus emociones. Haz terapia como medida saludable, practica algún deporte acorde con tu energía (si estás estresado, no te apuntes a spinning, te irá mejor pasear, practicar yoga, pilates… para equilibrar la carga energética de tu cuerpo)
• Practica el liderazgo versátil, además de mandar y gestionar puedes hacer otras cosa, ¿no crees?
• Busca un tándem que te complemente como líder, es imposible tenerlo todo.
• Aprende a delegar eficazmente, además de ti, tu equipo te lo agradecerá.
• Cuestiónate constantemente, pero de forma constructiva. Busca un coach que te ayude a verte en el espejo.
Aprende a usar herramientas 2.0 y utilízalas para el desarrollo de tu cuarta inteligencia, la de red (blogs, wikis, twitter, redes sociales, redes profesionales, etc.)
• Practica el enjoying: disfruta del camino.
Marta Romo