Los Diálogos Apreciativos son la búsqueda co-creativa del potencial, de lo mejor de las personas, los equipos, las organizaciones y los sistemas en los que se encuentran. El diálogo apreciativo se fundamenta en poner el foco en lo positivo para hacerlo crecer. Dentro de un enfoque sistémico, los diálogos apreciativos buscan identificar lo que le da “vida” a un sistema cuando se encuentra más fuerte, más efectivo, en términos económicos, ecológicos y humanos.
¿Qué es apreciar?
1. valorar; acto de reconocer lo mejor de las personas y del mundo que nos rodea; afirmar fortalezas, potencialidades y logros presentes y pasados; percibir aquello que da vida (salud, vitalidad, excelencia) a los sistemas de vida. 2. incrementar en su valor.
El diálogo apreciativo se fundamenta en el paradigma de desarrollar el hábito personal o cultural -si es dentro de una organización- de buscar lo positivo y de hacerlo crecer como una realidad anticipada. La hipótesis de partida está relacionada con la explicación científica de por qué sentimos bienestar, alegría o felicidad, al anticipar una situación futura positiva en nuestra imaginación; incluso la experimentación de la anticipación puede llegar a ser más placentera que la propia realidad. Al final, el comportamiento trata de ser una proyección de los fines que queremos lograr.
“Imágenes positivas = acciones positivas”
Os preguntaréis, ¿qué hacemos entonces con lo negativo, las dificultades o los obstáculos que se presentan en el camino? No se trata de negarlos sino de incorporarlos con atentración (atención + concentración), darse cuenta de que están y formularlos en clave de aprendizaje, poniendo foco sobre lo positivo como fuerza motora e impulsora del futuro que queremos crear.
Otros métodos más tradicionales se centran en identificar lo que ha fallado, lo que está mal, las causas… o los culpables, hacer un diagnóstico y elaborar una solución. Estos enfoques buscan cerrar, unicidad y uniformidad, se centra en los recursos que normalmente son escasos. En la metodología de diálogo apreciativo no se identifican los errores del pasado, sino lo mejor del pasado o incluso del presente, lo creativo, lo positivo, lo constructivo y se desarrolla el potencial de enriquecimiento (“cómo podría haber sido” si es en pasado o “cómo podría ser” si es presente), después compromiso 100%, todos a una, a construir para que ese potencial sea una realidad. El diálogo busca abrir, multiplicidad, opciones, alternativas, se centra en las posibilidades que normalmente en términos de creatividad, pueden llegar a ser infinitas.
Esta idea de apertura es fundamental para que el ser humano pueda ser creativo, en definitiva, el diálogo apreciativo busca la creatividad para la innovación. No podemos ser creativos bajo presión, ni sobre algo negativo o difícil para nosotros. Las mejores condiciones para crear son las que nos hacen disfrutar, relajarnos y sentirnos seguros. Por ello, centrarse en lo positivo y en la posibilidad es tan potente, porque genera un entorno de confort y seguridad que nos permite abrir nuestra mente y atrevernos. Se trata de elegir entre optar por trabajar desde la resistencia o desde la energía. Citando a Horacio Krell, “los sistemas tradicionales avanzan paso a paso, el diálogo apreciativo a ideas que vienen de golpe. Uno se dirige a la dirección externa, el otro al empowerment o poder interior”.
“Nuestro cerebro trabaja literalmente como un paracaídas, sólo funciona cuando se abre”
El diálogo apreciativo también funciona porque al generar un hábito de focalización positiva en nuestros circuitos neuronales, lo que estamos haciendo en realidad es entrenar nuestro optimismo, en términos de persistencia, nuestro poder personal, nuestro impacto y nuestra influencia. Aunque, ojo, la tentación de focalización a lo negativo, de entrar en justificaciones está ahí, acechando… porque nuestro cerebro es especialista en corregir, cerrar, centrarse en los errores, lo negativo, por ello es fundamental contar con un responsable que ejercite un liderazgo positivo, basándose en este tipo de metodología, poniendo atención en transformar los círculos viciosos en círculos virtuosos. Todo un reto para el liderazgo!!
Y, ¿cómo podemos incorporar los diálogos apreciativos a nuestra práctica profesional? Desde mi punto de vista, puede ser un recurso muy potente para responsables de personas, líderes, coaches, mentores, comerciales, etc. El núcleo de los diálogos apreciativos es el arte y la práctica de formular preguntas que fortalecen la capacidad de un sistema para anticipar, desarrollar y hacer propio el potencial positivo. Como núcleo está el impulsar la indagación a través de la confección de una “pregunta positiva incondicional”.
Estos son algunos ejemplos para realizar preguntas positivas incondicionales, capacidades a tener en cuenta para poner el foco o para indagar sobre el pasado o el presente: logros, virtudes, fortalezas, potenciales inexplorados, sueños, deseos, necesidades, innovaciones, pensamientos elevados, oportunidades, hitos, momentos culminantes, valores encarnados, tradiciones, competencias estratégicas, historias, expresiones de sabiduría, intuiciones y visiones de futuro posibles y valoradas.
El proceso necesita participación, e implica llevar a cabo entrevistas y narración de relatos para extraer lo mejor del pasado y preparar así la escena para la visualización efectiva de lo que puede ser. En los diálogos apreciativos están presentes los sueños, ideales o deseos, es lo que podríamos llamar la visión. La concreción, para que se implanten acciones desafiantes, qué se va a hacer (plan de acción) y la parte inspiradora donde se ejecuta plan, se materializa el sueño, la meta o el ideal; vivir el proceso de crear, iterar y reiniciar el proceso de crear manteniendo lo que sí funciona y puede ser.
¿Te atreves a utilizar este método en tu día a día, en la generación de nuevos hábitos o la consecución de tus objetivos? Te animo a que pruebes y descubras el potencial de generar espirales positivas en tu día a día. Su impacto creativo en tu entorno, en tu equipo, tu trabajo, tu empresa… e incluso, tu familia, amigos, pareja… y en ti. Y tú, ¿dialogas?
Marta Romo