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Curiosidad: motor de aprendizaje y conexión humana

¿Asumir o aprender? Un dilema cotidiano. En nuestro día a día, es mucho más fácil asumir y aceptar lo que nos cuentan que detenernos a cuestionar. Es cómodo, ahorra tiempo y nos permite mantenernos a gustito sin ampliar nuestra zona de confort. Sin embargo, este hábito de aceptar sin cuestionar ni reflexionar tiene un precio alto: apagamos nuestra curiosidad.

La curiosidad es la actitud que nos permite ver el mundo con ojos nuevos. Cuando asumimos algo como cierto sin investigarlo o cuestionarlo, lo conectamos automáticamente con nuestros patrones, nuestras experiencias previas, y lo integramos en nuestra realidad sin abrir la puerta a algo diferente. Al hacerlo, eliminamos la oportunidad de aprender. Es un círculo cerrado de aprendizaje que se retroalimenta a sí mismo. Más de lo mismo, pero con más datos o información.

La curiosidad: la actitud de aprendizaje por excelencia

La curiosidad no es solo una emoción pasajera, es una actitud que transforma la manera en que vemos y nos relacionamos con el mundo. Está íntimamente ligada a la sorpresa, esa chispa que nos hace detenernos, observar y querer saber más. Según un estudio reciente publicado en Nature Neuroscience (2023), la curiosidad activa regiones del cerebro relacionadas con la motivación y el aprendizaje, como el núcleo accumbens y el hipocampo. Cuando algo nos sorprende o nos intriga, el cerebro libera dopamina, lo que nos impulsa a buscar más información.

El poder de lo incompleto: evocando la curiosidad cognitiva

Un truco fascinante para despertar la curiosidad es jugar con la inconsistencia o la incompletitud del conocimiento. La neurociencia lo llama curiosidad cognitiva: cuando percibimos que nos falta información o que algo no encaja del todo, nuestro cerebro entra en un estado de alerta para llenar esos vacíos.

Por ejemplo, si digo: “Este dato cambió mi vida, pero no puedo explicarlo completamente ahora”, probablemente querrás saber más. Esa incompletitud activa un mecanismo cerebral que busca resolver la incógnita. Podemos aplicar esta estrategia en la educación, el liderazgo e incluso en nuestras conversaciones personales, creando preguntas que inviten a explorar y reflexionar. Ojo, porque este principio está basado en cómo impacta la incertidumbre en nuestro cerebro y ha de darse contexto, para no activar el sistema de amenaza de la persona.

Curiosidad y comunidad: la conexión como resultado

La curiosidad no solo es una herramienta individual para aprender, sino que también genera comunidad. Cuando hacemos preguntas abiertas y genuinas, invitamos a los demás a compartir sus pensamientos, emociones y experiencias. En un mundo donde muchas conversaciones están diseñadas para aparentar o impresionar, cambiar el estilo de nuestras interacciones puede marcar la diferencia, generando conexiones más genuinas.

En lugar de hablar para destacar nuestro conocimiento o buscar reconocimiento (esto genera distancia), podemos hablar para elevar la curiosidad entre nosotros (esto genera conexión). Preguntas como:

  • “¿Qué aprendiste de esta experiencia?”
  • “Cuéntame más sobre eso…”

Preguntar por el futuro es una de las formas más poderosas de activar la curiosidad. ¿Qué pasaría si, en lugar de centrarnos solo en los problemas actuales, comenzáramos a preguntar a los demás sobre sus aspiraciones, sueños y lo que desean construir? Estas preguntas inspiran, generan ideas y movilizan a las personas hacia el cambio.

  • “¿Qué te inspira para el futuro?”
  • “¿Cuáles son tus sueños?”
  • “¿Dónde quieres poner foco este año?”
  • “¿De qué quieres hablar en nuestra próxima conversación?”

Estas preguntas no solo generan diálogos más profundos, sino que también fortalecen los lazos entre las personas y crean un espacio para la conexión auténtica. En realidad, es abrirse a la posibilidad real de que la otra persona tiene algo interesante para ti. Darle valor y empoderar a tu interlocutor.

Recuperar la chispa de la curiosidad

En un mundo que parece premiar la rapidez y la certeza, recuperar la curiosidad es un acto de resistencia y crecimiento. La curiosidad no solo mejora nuestro aprendizaje y memoria, sino que también enriquece y fortalece nuestras relaciones y conversaciones. La próxima vez que te enfrentes a una idea, un tema o una persona, no asumas ni aceptes todo sin cuestionar. Haz preguntas, investiga, indaga, y, sobre todo, sé curioso. Porque la curiosidad no es solo un acto de aprendizaje, es un acto de humanidad.

Tu desafío: Hoy, en tus conversaciones, intenta incluir esta pregunta: “¿Cuéntame más sobre eso?”. Observa cómo cambia la dinámica y cómo las personas, incluyéndote a ti, se abren a nuevas posibilidades.

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