Un tema eterno en el mundo empresarial: encontrar el elixir de la satisfacción del empleado, pero “el bienestar sin un buen sueldo no sirve”. Cuando los elementos básicos, como diría Maslow —supervivenciales o higiénicos— no están a la altura, la tarea se complica. El salario, un elemento higiénico por excelencia, resulta ser muy “desagradecido”. Si no cobramos lo suficiente, percibimos esta situación como una injusticia que invade constantemente nuestra mente, coloreando nuestra realidad profesional y vital.
Desde la perspectiva de los empleadores, la situación es diferente. Cuando se comunica que no habrá aumento salarial o que este no cumple las expectativas, el malestar es momentáneo y pronto se olvida hasta el próximo año. Sin embargo, para el empleado, la insatisfacción permanece cada día. Me atrevo a decir que la insatisfacción salarial introduce entropía en las organizaciones, generando caos, comentarios de pasillo y desconexión que terminan impactando en la cuenta de resultados.
Compromiso y propósito, claves
Lo primero que debemos hacer es ser valientes y honestos, reconocer esta realidad frente al empleado, explicar los motivos y empatizar expresando que comprendemos su insatisfacción. En momentos así, es crucial ser brutalmente honestos y humanos. Luego, observamos empresas que invierten en programas de bienestar que, en lugar de ayudar, generan mayor malestar. Los empleados se preguntan: ¿por qué sí hay presupuesto para esto? Por lo tanto, la mejor estrategia, si no podemos cumplir salarialmente, es adoptar una política de austeridad en los gastos.
No podemos olvidar que el compromiso surge con la persona y es labor de la organización mantener un equilibrio entre el dar y recibir para avivar ese compromiso. De lo contrario, se generan sentimientos de injusticia y decepción, y el compromiso empieza a disminuir. El propósito, cuando se comunica, se comparte y se vive a través de un plan de implementación, alimenta el compromiso de los profesionales ayudándoles a entender su rol en términos de contribución y futuro.
El propósito, si es compartido, da sentido al día a día. Para que sea una prioridad, es crucial que el Comité de Dirección se comprometa con él, dedicando tiempo a visualizarlo y co-crear junto con los valores que definen el “cómo hacer” y una misión clara. Este esfuerzo debe ser comunicado de manera intensa y permanente y ejecutado adecuadamente. Cuando trabajamos en BeUp en este tipo de proyectos con empresas, les animamos a establecer un observatorio del propósito que vele por su cumplimiento observando su impacto y evolución, tanto interna como externamente.
Asignaturas pendientes
Las asignaturas pendientes en la fidelización de los empleados incluyen sin duda la personalización, la flexibilidad y la calidad directiva… más sentido común. Cambiando nuestra mentalidad sobre la formación, dejamos de buscar simplemente formación y comenzamos a buscar aprendizaje. Nos atrevemos a personalizar al máximo tanto el desarrollo y aprendizaje de nuestros profesionales, como su jornada y espacio de trabajo, reduciendo radicalmente el número y duración de reuniones —un punto con mucho margen de mejora, ya que la ‘reunionitis’ genera mucho malestar—. Enseñamos habilidades a los profesionales a través del concepto de gimnasio: aprendizajes de alto impacto, de breve duración pero con mucha periodicidad, adaptados a la realidad individual más que al colectivo al que pertenecen.
Es imprescindible, como mencioné antes, entender el porqué de las cosas para poder aceptarlas y avanzar. Esto implica tratar a nuestros equipos como adultos y no como niños, abandonando el buenismo mal entendido y atreviéndonos a ser más humanos.
Cuando hablamos de “organizaciones” o “empresas”, en realidad estamos hablando de personas reales que toman decisiones. Si la plantilla está cansada y estresada, las organizaciones también lo están y la cultura se resiente. Lo sé de primera mano ya que trabajamos con empresas que buscan acompañamiento en procesos de transformación cultural y a menudo observamos un desgaste tan grande que les falta fuerza y ánimo para crecer.
En estos casos, la clave es detenerse y cuestionar casi todo, incluso a ellos mismos como equipo directivo responsable de la cultura. Es esencial tomar un respiro, visualizar y soñar, para finalmente aterrizar y poner en marcha los cambios necesarios.
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Estas reflexiones nacen de mi participación en el reportaje “El bienestar sin un buen sueldo no sirve”, de Montse Mateos.