Malas noticias: en este mundo volátil e incierto con fronteras líquidas, estamos en plena guerra por el talento y captarlo no es suficiente… es preciso enamorarlo.
Lector, puede que te preguntes: ¿Por qué? Porque buscamos esa reacción química que le haga mantenerse al menos dos años con nosotros. Según algunas investigaciones, es el tiempo máximo en el que podemos estar enamorados.
Pero ¿de verdad que, como empresas, queremos conformarnos solo con ser atractivos durante dos años? ¿Con tener una aventura efímera con nuestros mejores empleados?
Si la respuesta es afirmativa, tengo buenas noticias: hay atajos para enamorarse. Existe un Protocolo de “Amistad Rápida de Aron”, que combina 36 preguntas personales con cuatro minutos de mirarse a los ojos. ¡No falla! Lo aplicáis en vuestras entrevistas y listo.
Enamorarse es fácil. Ponerse guapo y ligar es relativamente sencillo. Lo difícil es permanecer enamorado, lo difícil es amar… porque cuando se pasa el efecto químico, empezamos a ver la realidad. Nos quitamos la venda.
El amor no solo es un sentimiento, es también un acto de voluntad. Así que permanecemos enamorados, porque ELEGIMOS seguir estándolo, sobre todo cuando las cosas se complican.
Y es que para que el amor funcione, se necesitan tres variables:
- Proyecto común: que la empresa te permita tener la vida que quieres y ser quien eres.
- Diversidad sin complejos: autenticidad,que los jefes ejerzamos un liderazgo inclusivo.
- Química: ser muy conscientes de qué circuitos activamos en nuestros empleados, entusiasmo y eustrés o miedo y distrés.
Un apunte muy personal: os voy a hablar de mi segundo novio. Me enamoré de él perdidamente, pero todo era muy difícil y dejamos la relación por un tiempo. El sentimiento era tan fuerte que nos hizo replantearnos nuestro futuro juntos, y tomar decisiones cruciales como cambiar de ciudad e incluso de profesión. ¡Llevamos 10 años juntos!
Ahora tengo las dos cosas: enamoramiento y amor. Es cierto que a veces las cosas se complican, pero elijo seguir queriéndole. Esa emoción original deja huella en nuestra memoria y nos da fuerza para seguir eligiendo a esa persona, a pesar de las dificultades. Y este esfuerzo, me hace superarme y dar lo mejor de mí, e incluso ser más creativa.
Esto es lo que queremos todas las empresas. No solo atraer a los mejores, sino que estén comprometidos, que se superen y den lo mejor de sí mismos, que sean creativos y, a ser posible, que permanezcan mucho tiempo con nosotros.
Finalizo este post que surge de mi conferencia en SAP, con una frase de mi querido hermano (ya fallecido) Alberto Romo: “Te quiero y te quiero querer”. Confieso que a veces se la tengo que decir a mi marido -;)