¿Sabes por qué es buena la lectura? En la era de internet parece que los libros ceden su paso a los dispositivos electrónicos donde las imágenes ganan espacio a las palabras. Sin embargo, la lectura es alimento para nuestro cerebro, y no en sentido metafórico. Mientras leemos tenemos que pensar, relacionar conceptos, ordenar ideas, imaginar, utilizar la memoria… habilidades que redundarán en nuestra capacidad intelectual junto con otros beneficios de los que hablamos en Las Mañanas de RNE y en este artículo resumo.
La lectura es uno de los mayores placeres de los que disfrutamos como seres humanos. Nos ayuda a aprender, estimula nuestra imaginación y nos abre la mente a nuevas perspectivas. Pero también es un excelente ejercicio para nuestro cerebro, y ayuda a mantenerlo activo y en forma.
La lectura, a pesar de estar relacionada con el lenguaje y la capacidad de comunicación, en realidad no es algo biológico ni está en el ADN, sino que se trata de un invento propio de nuestra cultura, una habilidad que adquirimos con la práctica. A leer se aprende, y no hay una zona específica del cerebro dedicada a la lectura, como sí ocurre con el lenguaje. Por eso es importante generar el hábito de la lectura cuanto antes y por eso cuanto más leemos, más comprensión lectora desarrollamos.
Los beneficios que nos produce leer algo que nos gusta son múltiples, pero sin duda uno de los más interesantes es que con ello aumentamos nuestra reserva cognitiva. Se trata de un concepto que se ha empezado a manejar en los últimos años, y que incluye la memoria, la atención, la concentración, la capacidad de abstracción, la imaginación… Esta reserva cognitiva nos permite, entre otras cosas, prepararnos para posibles enfermedades o procesos degenerativos del cerebro. Nos hace llegar mucho mejor preparados a la vejez, por lo que leer se convierte también en una labor de prevención.
Leer, pura energía para el cerebro
Leer es pura energía para el cerebro, realmente es hacer gimnasia cerebral. Si quieres entrenar tu cerebro, coge un buen libro. Leyendo, activas todo tu cerebro, lo racional y lo emocional, e incluso activas todos tus sentidos. En el cuerpo pasan cosas cuando leemos y se despiertan sensaciones que nos ayudan a desarrollarnos, algo parecido a lo que ocurre cuando tocamos un instrumento. De hecho, cuando leemos poesía, se activan áreas del cerebro que tienen que ver con la percepción y con lo musical, curiosamente. Con la lectura de ciencia ficción, por ejemplo, lo que hacemos es trabajar todo el área que tiene que ver con la imaginación, con soñar despiertos y crear realidades… Leer novelas es muy recomendable: el hecho de que haya un inicio, un nudo y un desenlace nos hace trabajar el pensamiento secuencial y nos ayudará también incluso a tomar decisiones, porque aprendemos a ver las cosas de manera secuencial, a fragmentar… Por eso es muy potente leer historias, aunque a veces lo veamos como una pérdida de tiempo.
Un consejo fundamental para disfrutar realmente de la lectura es hacerlo por placer, por convicción, no por obligación o por cumplir con una tarea. Cuando decimos a los adolescentes que se tienen que leer un libro concreto, lo convertimos en una lectura por cumplimiento, por obligación, lo que en sí tampoco es negativo, porque poco a poco se va generando un hábito. No obstante, para empezar es mucho mejor animarlos a que lean por placer, a que elijan un tema que les interese, porque cuando lees por placer, estás trabajando también la emoción, y cuando hay lectura y hay emoción, se activa más memoria, el cerebro funciona muchísimo mejor y aparece la motivación, ya que se genera cierta adicción. En otras palabras, es muy importante que haya emoción cuando leemos. Por eso las lecturas profesionales no suelen tener ese mismo efecto; de hecho, lo que provocan es sueño. Cuando el cerebro aprende algo, luego necesita dormir para integrar lo aprendido, por eso cuando se lee algo que tiene que ver con el trabajo, con la carrera, o con lo que se estudia, el cerebro entiende que está en un entorno de aprendizaje y activa esos mecanismos.
¿A partir de qué edad es recomendable fomentar la lectura en los niños?
Normalmente se estima que el cerebro empieza a estar preparado para la lectura a partir de los cinco años (algunos expertos hablan de cuatro años) y hasta los siete. Por tanto, hay que aprovechar ese “estirón” cognitivo que van a dar los niños para leer. Luego podremos integrar otros elementos, como la magia y el juego, que a la hora de leer generen un entorno o una rutina en algunos momentos al día para la lectura –antes de dormir, después de la cena–; si generas esas rutinas o costumbres, verás que llega un momento en que ellos mismos pedirán su rato para leer. También es posible empezar a estimularles desde que son bebés, con libros de tela, por ejemplo, que aunque evidentemente no se pueden leer, por el mero hecho de descubrir que hay una secuencia, que hay unas páginas, y que se acostumbre a tenerlo en las manos, ya estará generando una rutina y una postura, no solo en las manos sino también en el cuello y en la mirada, así que podemos empezar desde bien pequeños a prepararlos para la lectura.
Las personas que leen más tienen más conversación, más de lo que hablar, más vocabulario… también tienen más empatía, y esto les permite interactuar más y mejor con otras personas, tener más habilidades sociales, etc. Por tanto, aunque la lectura, como decía al principio, no es un rasgo propio de nuestra biología, sus beneficios sí que han repercutido evolutivamente en la calidad de vida y en la calidad de las relaciones con las personas. Como decía John Fitzgerald Kennedy: “Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía”. ¡Feliz verano!