… mejor dicho, twittear hace que desarrollemos nuestra capacidad intelectual y otras competencias como la colaboración.
Comencé en el 2.0 con mi blog hace unos 6 años, después descubrí Facebook y Linkedin. Comencé a disfrutar con ellos y a sorprenderme de su enorme potencial para conectar personas, generar diálogo y aportar valor, entre otras cosas. Pensé, “esto va a sustituir a la prensa del corazón” porque entrar en mi página de inicio de Facebook era como leer el Hola de mis amigos y familiares. Bastante entretenido. Después apareció el Twitter y por casualidad entré a parlotear. Reconozco que, al principio, no veía mucho la utilidad ni el sentido al pajarito azul. Incluso llegué a pensar que era un instrumento inútil, que alimentaba egos.
Ahora estoy enamorada de Twitter.
Esta experiencia de enamoramiento tardío, la he observado en más personas. He recomendado a muchos amigos y colegas que estuvieran en Twitter y me he visto incapaz de explicar por qué es tan interesante y útil. El caso es que siempre acababa mis conversaciones diciendo “tu créate una cuenta, empieza a seguir gente, a contar cosas interesantes y confía” – ¡Les pedía que hicieran un acto de fe! – “De verdad, confía y verás”, insistía yo. Y… voilá, al tiempo se producía el milagro del enamoramiento. “¡Qué pasada esto del Twitter!… y, ¡qué gente tan maja!”, me decían. Y es que Twitter está lleno de buena gente.
En este punto, pensaréis que estoy haciendo la pelota a los twitteros. Si es así, reflexiona por un momento:
- personas que seleccionan información y la comparten sin que nadie se lo pida;
- personas que twittean rápidamente una noticia para mantenernos informados en tiempo real;
- personas que son capaces de estar horas retransmitiendo vía Twitter un evento;
- personas que preguntan y piden ayuda cuando no saben algo y que responden y te ofrecen ayuda cuando te toca a ti;
- personas que comparten lo que hacen, lo que piensan y a veces lo que sienten;
- personas que te animan cuando celebras y cuando te equivocas;
- personas que amplifican lo que cuentas y se lo cuentan a sus amigos;
- personas que se organizan para no fallarte y contarte siempre algo;
- personas que te invitan a eventos, incluso aunque no te conozcan;
- personas que te siguen aunque tu no les sigas;
- personas libres que comparten su talento…
A mi me suena a generosidad, una de las bases de la colaboración. Y lo mejor de todo, es que cuando las desvirtualizas, no te defraudan.
Por otra parte, me fascina cómo un espacio tan reducido, los famosos 140 caracteres, permite aportar tanto valor. Precisamente esta “limitación” hace que entrenemos y por tanto, desarrollemos nuestras capacidades intelectuales. Y esa es la clave del Twitter.
¿Cómo impacta esta necesidad de simpleza en nuestro cerebro? Pues hace que necesariamente echemos mano de nuestra capacidad de síntesis. Los twitteros, son capaces de partir de un cúmulo de circunstancias o datos esparcidos y reducirlos a su esencia, transmitiendo lo importante. Pero para llegar a este punto, es necesario utilizar previamente la capacidad de análisis y el espíritu crítico para seleccionar lo valioso y desechar lo accesorio.
Otro punto importante es el desarrollo del lenguaje concreto. Me he preguntado muchas veces por qué no se utilizan abreviaturas en Twitter, como hacen los chavales con los sms. Aunque hay un lenguaje Twittero este se refiere a aspectos técnicos propios del funcionamiento de Twitter y que además son universales, en Twitter se escribe correctamente y se cita correctamente.
¿Recordáis cuando en clase tomábamos apuntes mientras el profesor explicaba la lección? En ocasiones teníamos que pedir que repitiera algo o que fuera más despacio, ¿verdad? Era realmente difícil y agotador. Pues bien, esto es lo que hacen muchos twitteros, cuando retwittean un evento (transmitir en tiempo real lo que sucede, cómo sucede, los mensajes principales y las imágenes que den fe). Un increíble y completo ejercicio mental. Vaya, que observan, escuchan, piensan (capacidad de análisis + espíritu crítico + capacidad de síntesis) y escriben casi al mismo tiempo. Y todo esto, con una doble vía. Desde el mundo real a Twitter y desde Twitter al mundo real. Es una labor realmente complicada.
Por todas estas bondades y porque además, es divertido, no ceso de seguir recomendando por doquier que la gente se apunte a esto de twittear o parlotear. Y, aunque los científicos aseguren que el enamoramiento termina en 2 años, yo ya los he superado y cada día me siento más enamorada de mi pajarito azul.
Ahora, voy a twittear este post 😉
Marta Romo