En las empresas, una de las preguntas más recurrentes y utilizadas en encuestas de clima es: “¿Qué se espera de mí en este trabajo?”. Esta pregunta, popularizada por las encuestas de Gallup y repetida por consultores hasta la saciedad (me incluyo), busca clarificar las expectativas que la organización tiene sobre sus personas. Sin embargo, es hora de reconsiderar esta pregunta y su impacto real en la motivación y creatividad de los trabajadores.
El problema con las expectativas
Preguntar “¿Qué se espera de mí?” tiene un enfoque fundamentalmente limitante y pasivo. Esta pregunta se centra en lo más básico de la relación laboral: la supervivencia y el cumplimiento mínimo de las tareas asignadas. En esencia, apela a la necesidad de saber qué hacer para evitar problemas y cumplir con lo mínimo requerido. Si bien esta claridad es muy importante, esta pregunta pone un límite en la mente del profesional, atándolo a las expectativas de otros y restringiendo su creatividad e impulso propio.
Además, cuando nos centramos excesivamente en las expectativas de los demás, corremos el riesgo de actuar basados en suposiciones. A menudo, las personas responden a esta pregunta no con lo que realmente se les ha comunicado, sino con lo que creen que otros esperan de ellos. Este proceso puede llevar a un ciclo de autolimitación, donde las fortalezas y capacidades individuales se ven eclipsadas por la necesidad de cumplir con expectativas percibidas.
Un cambio de enfoque: del “qué” al “por qué”
Para verdaderamente empoderar a las personas y fomentar un ambiente de innovación y compromiso, es necesario evolucionar la pregunta de “¿Qué se espera de mí?” a algo mucho más significativo. En lugar de centrarnos en las expectativas, ¿por qué no enfocarnos en el propósito?
Mi propuesta sería: “¿Cuál es el propósito de mi trabajo?” o “¿Cuál es nuestro propósito como organización?” y “¿Cómo puedo contribuir a este propósito?”. Este cambio de perspectiva nos invita e invita a cada uno a ver más allá de las tareas diarias y a conectarse con el significado y el impacto de su trabajo. Al centrarse en el propósito, los profesionales pueden encontrar un sentido más profundo en sus roles, lo que puede aumentar la motivación y el compromiso. Pero lo más interesante de todo, es que pasamos de una pregunta unidireccional a otra bidireccional, en la que han de responder las dos partes implicadas: el profesional y su responsable directo. Y si vamos aún más allá, esta pregunta hace que los líderes tengan muy claro su propósito y que esté alineado con el de la organización.
El impacto del propósito en la cultura organizacional
Centrarse en el propósito tiene múltiples beneficios. Primero, alinear el trabajo diario con un propósito mayor puede generar un sentido de pertenencia y significado. Cuando entendemos cómo nuestro trabajo contribuye al éxito general de la organización y al bien común, es más probable que nos sintamos protagonistas y alineados con lo que hacemos.
Segundo, este enfoque fomenta la creatividad y la innovación. Cuando las personas se sienten parte de un propósito mayor, están más dispuestas a aportar ideas y soluciones creativas. Se sienten valoradas no solo por lo que hacen, sino por el impacto que tienen.
A su vez, centrarse en el propósito ayuda a construir una cultura organizacional sólida y cohesionada. Cuando todos los miembros de la organización comprenden y comparten el mismo propósito, se crea un sentido de unidad, sentido y dirección que puede impulsar a la empresa hacia el éxito.
Transformar la pregunta de “¿Qué se espera de mí?” a “¿Cuál es el propósito de mi trabajo?” es un paso crucial hacia una cultura organizacional más significativa. Al centrarse en el propósito, las empresas pueden desbloquear el verdadero potencial de sus profesionales y crear un contexto de aprendizaje donde todos se sientan valorados y en línea con la visión.
Y ahora dime, qué pregunta prefieres, ¿qué se espera de ti o cuál es tu propósito?