¿Te has parado a pensar qué significa realmente o qué implicaciones tiene decir “la intención es lo que cuenta”? Desde mi visión, centrar nuestra atención en la intención que tenemos con respecto a algo o alguien, es una de las claves más importantes para preparar adecuadamente una conversación. Por ello, te invito a hacer esta reflexión cada vez que te enfrentes a una conversación importante:
Pregúntate: ¿Cuál es mi intención a la hora de interactuar con esta persona? Para responder a esta pregunta, tienes dos aproximaciones:
Reactiva “Jugar para no perder”
- Actúo desde lo que quiero evitar, lo hago desde la escasez, lo que no quiero que suceda. Por tanto, la conversación no da frutos.
- Me protejo ante la otra persona, para que no suceda lo que yo no quiero.
- Actúo en función de la reacción del otro: para que no se enfade, para que no se sienta mal, para que no se desmotive, para que no repita un comportamiento, para que no me defraude… Desde aquí, la conversación pierde sentido.
Cuando actuamos así, juzgamos al otro, pues estamos dando por hecho y anticipando su respuesta.
En realidad, con esta aproximación, no estamos realmente presentes en la conversación, no nos dejamos sorprender con lo que sucede, sino que estamos anticipando.
En este tipo de conversaciones, nos centramos en el problema y olvidamos lo que si queremos, las soluciones. Es una aproximación muy pobre y denota inseguridad y falta de madurez directiva.
Intención Creativa “Jugar para ganar”
- Cuando actúo desde lo que quiero crear.
- Actúo desde la posibilidad, lo que quiero que suceda.
- La conversación es generativa.
- Me expongo, estoy abierto y disponible para lo que suceda.
- Actúo desde mi propósito, busco darle sentido a la conversación, acepto la reacción de la otra persona y la acompaño, si es posible.
- Me hago presente en la conversación.
Cuando actuamos así, respetamos la libertad de la otra persona, aplicamos la empatía y conectamos con ella.
En este tipo de conversaciones, nos centramos en las soluciones, en lo nuevo, en lo posible. Es una aproximación enriquecedora para ambas partes, eleva tu rol como líder y empodera a tu equipo.
Un mapa para saber cómo son tus relaciones
Por último, te propongo hacer hacer un mapa de las personas con las que interactúas normalmente: tu equipo, tu jefe, clientes… y analizar qué tipo de aproximación sueles tener con ellos.
¡Seguro que te sorprende el resultado!
En realidad, no deberíamos tener relaciones desde la reactividad y mucho menos con nuestro equipo. Si has identificado alguna, no te quedes de brazos cruzados. ¡No puedes permitirtelo!
Pero por si no ha quedado claro, a continuación un ejemplo sencillo, de una pequeña interacción entre jefe y colaborador. Imagina que una persona de tu equipo, en una reunión, comparte una visión diferente a la tuya:
No es lo mismo decir: “No estoy de acuerdo… Eso no es así… Estás equivocado”.
A decir: “¿Cómo has llegado a esa conclusión? ¿Qué beneficios ves en esa decisión?”.
La cosa cambia, ¿verdad? Cada interacción con los demás, cuenta. Cada encuentro es una oportunidad de generar algo nuevo y positivo… o todo lo contrario. ¡De ti depende!