Cuando una persona en edad de trabajar se ve impedida a hacerlo por cuestiones ajenas a su voluntad y a sus esfuerzos, las consecuencias emocionales pueden ser importantes. En esta situación, los parados de larga duración han de poner mucha atención a su estado de ánimo, ya que éste se alimenta de ilusión, esperanza, satisfacción, autoestima, reconocimiento, etc., y cuando no recibimos estos ingredientes, decae irremediablemente.
No querer hacer planes de futuro, tener dificultades para disfrutar, impaciencia, miedo al abandono de la pareja, sentimiento de inferioridad, vergüenza con los hijos… son algunos de los pensamientos que pueden tener las personas sin un trabajo formal remunerado, sobre todo cuando llevan así mucho tiempo. De hecho, el problema más dañino del desempleo, más allá de lo económico, es el emocional. Pero ¿es posible aliviar este sufrimiento? Sí, sí lo es. La buena noticia es que la solución está en nosotros mismos, somos libres de elegir cómo afrontamos esta situación. Esta es la clave fundamental. Aunque entiendo que no es nada fácil, es posible.
Haz de tu cerebro tu aliado. Nuestro cerebro es muy plástico y el tiempo puede jugar a favor o en contra, mientras más tiempo estemos pensando negativamente, repitiéndonos cosas como “esto es un desastre”, “no hay salida”, “qué va a ser de mí”, nuestro cerebro cogerá esa rutina y al final se convertirá en una especie de losa muy grande y muy pesada, y por ende muy difícil de sacárnosla de encima. De ahí la importancia de programarnos a nuestro favor, una y otra vez, tantas veces como pensamientos y emociones negativas observemos. Es importante tener en cuenta que la mente va a ir en nuestra contra en este sentido… porque está programada para la supervivencia y no para la felicidad. En una situación en la que la supervivencia está en riesgo, -y no tener trabajo remunerado lo interpreta como alto riesgo-, el cerebro se va a poner a confabular en nuestra contra porque es su manera de sobrevivir. Pero este desgaste mental, emocional y a la larga físico, depende de nosotros y podemos evitarlo.
¿Cómo? El efecto placebo funciona. Está reconocido por la industria farmacéutica y la medicina que un medicamento es valioso si supera el resultado curativo del efecto placebo. Así que si lo aplicamos a nosotros mismos en positivo tendremos seguro resultados mejores.
Es crucial saber que todos los daños emocionales que produce estar en paro por mucho tiempo se pueden solucionar. Y lo que es más importante, una vez solucionados estos problemas de actitud y recuperada la autoestima, las posibilidades de encontrar empleo aumentarán de forma drástica.
Algunas medidas que seguro nos ayudaran son las siguientes:
HÁBITOS. Es muy importante mantener buenos hábitos y cada día levantarse a la misma hora. Buscar trabajo es un trabajo en sí mismo, así que ponte un horario para buscar ofertas en internet, mandar currículos, visitar personas, llamar a contactos, etc. Ten una rutina porque tu cuerpo y tu mente estarán más tranquilos.
ATENCIÓN. A la vida de cada persona llega todo aquello en lo que de manera más abundante pone su atención. Por tanto, piensa en lo que sí tienes, en lo que te gustaría ser, hacer o tener. Piensa en tus proyectos o deseos para alimentar la esperanza… Visualízalos con todo lujo de detalles en primera persona y como si ya los vivieras. Exactamente es eso, vívelo como vives una película, sin dudar, sin miedo. No alimentes los pensamientos negativos con tu atención.
FORTALEZAS. Créetela y repítetelas, tal y como vemos hacer a los americanos en películas como Jerry McGuire. Si puedes, mírate al espejo y di verbalmente lo bueno que eres y en qué. Hazlo todos los días.
GRATITUD. Agradece lo que sí tienes, para contrarrestar el sentimiento de desdicha que a veces embarga por no encontrar trabajo.
ENERGÍA. Si en el cuerpo no hay energía, en la mente tampoco. Muévete, haz cosas… el poder de “hacer” es insospechado… Haz deporte para segregar endorfinas y eliminar toxinas con el sudor. Te sentirás mejor con más ganas de hacer más cosas y tu mente estará más clara.
EMOCIONES. Saca y comparte lo que llevas dentro, no te lo quedes porque por algún sitio tiene que salir y mejor que salga en forma de conversación, lágrimas o incluso gritos (en solitario) a que salga en forma de adicción o enfermedad.
Es vital el apoyo de la familia, los amigos y la sociedad para ayudar a las personas desempleadas. En este contexto no solo hay una necesidad de supervivencia que está en peligro, también está en peligro la necesidad de pertenencia. Cuando alguien está en paro mucho tiempo está excluido del entorno habitual al que necesita pertenecer.
¿Cómo podemos ayudar los demás, las personas que rodean a una persona en paro a mejorar su ánimo? Hacerle sentir importante y útil. Dedícale tiempo, pregunta por su día a día, pídele ayuda para que pueda hacer cosas por ti y sentir así pertenencia y reconocimiento.
Y si quieres ampliar un poquito más esta información, te propongo que escuches en este enlace Las mañanas de RNE. En la sección Buscando soluciones fue el tema que tratamos el pasado lunes, 14 de septiembre, a las 11.45, como todos los lunes en alternancia con mi socia y compañera Pilar Jericó.